Imagen de perfilSONRISAS Y LÁGRIMAS

Juan Manuel Chica Cruz 

Frente al dentista a la abogada del turno del oficio le asaltó el recuerdo de un cliente: «No he cometido ninguna violación» aunque las víctimas le identificaran en las ruedas de reconocimiento , prueba fundamental para condenarlo. Después apareció un muestra biológica del presunto culpable que no correspondía con su ADN y la abogada, ante las dudas generadas, envió cartas a políticos y medios de comunicación provocando una concentración de apoyo ante la cárcel para ayudar en la propuesta de un indulto que con honor quijotesco su defendido rechazó «Eso es para culpables», dijo con orgullo y lágrimas. La abogada, sugerente, invitó a una copa al dentista, idéntico como dos gotas de agua entre sí, a su defendido que sonrió igual que cuando vio por televisión al que acusaban de sus violaciones, solo que ahora la abogada extraería de su boca una prueba de ADN para borrarle aquella perversa sonrisa.

 

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