XV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilEscarmiento

Francisco Rodríguez Criado 

Bien porque es abogado, bien porque el orgullo le puede, a mi marido le encanta enfangarse en pleitos, incluso fuera del bufete. Yo lo dejé en la charcutería del centro comercial mientras iba a comprar los yogures, y cuando regresé estaba discutiendo con una señora porque “ella no había respetado el turno”. Conciliadora, traté de ayudar a rebajar la tensión, pero mi marido erre que erre, como si estuviera litigando en un macrojuicio televisado. Y quién empezó la pelea, si mi marido o el de la señora, no lo sé, porque me fui a la sección del café huyendo de aquella concentración de curiosos. Pero así, en "petit comité", le diré algo fundamental: Estoy harta. Si usted le da un susto a este hombre, no me enfadaré, señor juez. Y mire que malo no es, pero bien porque es abogado, bien porque el orgullo le pierde, necesita un escarmiento.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilEscarmiento

Francisco Rodríguez Criado 

Bien porque es abogado, bien porque el orgullo le puede, a mi marido le encanta enfangarse en pleitos, incluso fuera del bufete. Yo lo dejé en la charcutería del centro comercial mientras iba a comprar los yogures, y cuando regresé estaba discutiendo con una señora porque “ella no había respetado el turno”. Conciliadora, traté de ayudar a rebajar la tensión, pero mi marido erre que erre, como si estuviera litigando en un macrojuicio televisado. Y quién empezó la pelea, si mi marido o el de la señora, no lo sé, porque me fui a la sección del café huyendo de aquella concentración de curiosos. Pero así, en "petit comité", le diré algo fundamental: Estoy harta. Si usted le da un susto a este hombre, no me enfadaré, señor juez. Y mire que malo no es, pero bien porque es abogado, bien porque el orgullo le pierde, necesita un escarmiento.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilIn extremis

    María Gil Sierra 

    La primera cita con el abogado de oficio será en una semana. Demasiado tarde. Dentro de unas horas las echarán del piso. A Belinda y a sus hijas. Así que tuvo que ayudar. Por justicia o por orgullo. Quién sabe. Durante la concentración de los vecinos encontrará causas legales, piensa. Ahora debería ceder su turno al sueño. Son las cuatro todavía.

    *********

    Las cuatro de la madrugada. Cuando solía regresar su marido, recuerda Belinda. Lo pagaba con ella. El mal beber. Pero no lo abandonó por eso. Fue el día en que levantó la mano contra las niñas. Otro país. Buscar trabajo. Perderlo. Buscar. Pronto llegarán los del banco con la policía y el cerrajero. Es fundamental confiar, le aconsejan todos. Pero las esperanzas se diluyen en la oscuridad. Aunque las recupera con el día. Porque una hora antes del desahucio llama su abogada: “Lo suspendieron”. Hoy dormirán tranquilas.

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  • Imagen de perfilSOY ABOGADO

    Leticia Morillo Canales 

    Me invadió en segundos ese afán pletórico que alimenta mi vocación. La concentración con sus pancartas y vítores a la puerta del Juzgado me impulsó, maletín en mano, como un cohete hacia el interior. Trabajar en el turno de oficio me provoca una especial excitación, una reafirmación de esos valores que mis padres insertaron en mi médula desde que abrí los ojos. Imaginé que ellos sentirían orgullo y complacencia viéndome ayudar a los demás. A mi lado mi cliente me escrutaba con su mirada desvalida, implorando mi buen hacer, como si yo fuera el Todopoderoso. Suspiré. ¿Qué opinaría papá? Me parece escucharlo. «Fundamental, querido Jorge». Y su voz me impele a darle unas palmaditas en la espalda, aunque aquel hombre años atrás se convirtiera en el vecino inesperado e inquilino moroso que también entonces se hizo con la vivienda que la buena de doña Dolores alquilaba para blindar su pensión.

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  • Imagen de perfilNuestro abogado favorito

    Ivan Humanes Bespín 

    Alimentamos a nuestra mascota con Aranzadis. Le lanzamos normas y normas al aire; nuestra intención siempre ha sido ayudar. Ella salta rabiosa cuando le toca el turno y las atrapa al vuelo con la boca. Mi esposo siempre está con los guantes puestos, por si en una de esas se escapa de la jaula y hay que luchar para contenerla. Le pedimos concentración, conocer, saber exponer. Es fundamental, porque cuando alguien de nuestra familia se mete en líos, él debe protegernos ante el tribunal el día del juicio. Confiamos en sus capacidades. La verdad es que da gozo contemplar su tripa rebosante. Mis hijos la adoran y duermen a pierna suelta cuando les explica Derecho Romano. Es nuestro orgullo. No sé si lo he dicho; pero de todos los que tenemos, es nuestro abogado favorito.

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  • Imagen de perfilDerechos de autor

    Jerónimo Hernández de Castro 

    En sus tiempos de abogado del turno de oficio consideraba que lo fundamental para ayudar a un defendido era despojarse de cualquier atisbo de orgullo, y mantener la concentración en las palabras de la acusación sin interrumpirla jamás. Pronto se percató que la credibilidad de sus amables alegatos influía muy poco en el veredicto de los jurados, abrumados por la contundencia del ministerio fiscal; y la pérdida de un caso tras otro, le abrió los ojos para cambiar de táctica.
    Pronto se convirtió en la pesadilla de los juzgados al cuestionar cada frase, prueba o testimonio dirigidos contra sus clientes, acercándose peligrosamente al desacato, para ser en poco tiempo el abogado de más éxito de la ciudad.
    Ahora que dirige su propio bufete dedica sus esfuerzos a litigar contra cualquier imitador de su método que, según él, nada tiene que ver con el galope de ese tal Gish.

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  • Imagen de perfilTRAS LA OSCURIDAD

    María Dolores Navarro Esteban 

    - Está muy oscuro y me está entrando mucho miedo.

    - La oscuridad es breve; en seguida verás la luz. Ha llegado tu turno, y ya no hay vuelta atrás.

    - Estoy nervioso, tengo..., más que miedo..., terror a lo que me espera.

    - Pues por eso estamos aquí todos nosotros: tus abuelos, tus padres, tus hermanos... Todos hemos venido a ayudar. Pon concentración en los movimientos que haces y saldrás de la oscuridad pronto.

    - Todo es estrecho, no voy a caber por ahí.

    - Sí, ¡venga! Asoma la cabeza con orgullo y échanos una miradita.

    - Voy a intentar relajarme y repasar todo lo que tengo que decir.

    - ¡Bien hecho!, ya tienes la cabeza fuera de la oscuridad, ahora es fundamental que saques un brazo y luego el otro. En el momento que tengas los brazos enfundados, la toga te quedará perfectamente colocada por su propio peso.

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  • Imagen de perfilEl cazador cazado

    Sergio Capitán Herraiz 

    Era fundamental mantener la concentración y ayudar con orgullo durante el turno de oficio.

    Así, me sobrarían 136 palabras para centrarme en escribir un microrrelato ganador para el concurso de abogados. Pero la jornada fue de todo menos tranquila.

    Vale, está claro que hay un derecho fundamental recogido en la Constitución relativo a la asistencia jurídica gratuita.

    Pero yo también me merezco poder cultivar mi afición a la escritura creativa a todas horas. Juntaletras dicen algunos. Lorca de Aliexpress me llamaba mi ex a mis espaldas. Yo nunca copié a Federico. A Neruda sí, pero esa es otra historia.

    Quise regalarle un libro recopilatorio con mis escritos por nuestro aniversario y decidí autoeditarlo. Ya puestos, vendí algunos ejemplares y ahora me enfrento a una demanda por plagio.
    Bueno, voy a despachar rápido a esta ciudadana y así puedo centrarme en el concurso. Y luego, si eso, en preparar mi defensa.

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  • Imagen de perfilMalik

    JUAN PEDRO AGÜERA ORTEGA 

    Arranco y salgo a toda velocidad. Conozco el recorrido de la comisaría al juzgado de memoria. Habrá atasco. Tomo un desvío y mantengo la concentración en el caso. Malik es pobre, pero inocente. Hubo mala praxis en la rueda de reconocimiento. Tengo pruebas.
    Cuando la acusación establece los cargos, presento el documento gráfico al juez. Ante la evidencia, Malik queda en libertad.
    Me llena de orgullo poder ayudar a personas como él. Su único delito es haber nacido en la zona geográfica equivocada.
    Malik llora de alegría. Agradecido, me regala uno de los collares que él mismo hace. Lo acepto.
    El fiscal se acerca y me felicita.
    —Enhorabuena. Pocos son tan diligentes en su trabajo. Debería plantearse cambiar de bando.
    —Gracias, pero prefiero mi ocupación. Aunque sea un simple abogado del turno de oficio, considero mi labor fundamental. Solo nosotros salvamos del sistema a quienes habitan en sus márgenes.

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  • Imagen de perfilBoda de plata

    Pedro Antonio Herreros Rull 

    Has estado pergeñando durante muchas horas la defensa. Es fundamental eludir al máximo las improvisaciones. Nunca ves el fin. Continúas repasándola una y otra vez. Solo piensas en el triunfo; como tu compañero, imaginas. Llega tu turno. La toga te da seguridad. Decidido, te diriges con orgullo hacia el lugar que te corresponde. Con la venia Señoría, comienzas. En ese justo momento alzas tu cabeza y miras a tu desconocido oponente. Sus ojos te encandilan. Te distraes, pierdes la concentración, no sabes qué te está pasando, comienzas a sudar, es frío. Estás muy nervioso, te sonrojas, balbuceas, tu discurso resulta irracional. Asustados, todos te quieren ayudar. Nadie ve la flecha de Cupido, solo vosotros. Creen que padeces un infarto, un ictus ... algo muy grave. Pretendes tranquilizarlos, pero no puedes. Hoy, con los tuyos, rememoras con nostalgia aquel pleito perdido y tu boda de plata.

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  • Imagen de perfilESA GENTE

    Margarita del Brezo 

    —Tienes que ayudar a su familia, papá. No pueden pagar un abogado y la muerte de su hijo no debe quedar impune. ¿Y si hubiera sido yo?
    —Tú nunca cometerías la estupidez de ir a la concentración del Día del Orgullo Gay, ¿para qué ibas a mezclarte con esa gente?; ellos se lo buscan. Además… —Me muerdo la lengua mientras espero mi turno de réplica y trato de no escuchar las barbaridades que escupe a continuación. Lo conozco bien, es fundamental no cabrearlo: sería capaz de todo.
    —Este caso daría publicidad a tu bufete, cariño; saldrías en televisión y en las portadas de los periódicos más importantes —Interviene mi madre con un hilo de voz y los ojos posados en el suelo. Ella, siempre callada y sumisa para evitar sus constantes atropellos de malhumor, es la única que sospecha por qué no dejo de llorar desde que mataron a Carlos.

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  • Imagen de perfilDerecho de admisión

    Gabriel Pérez Martínez 

    En nuestro reino de cuento, convivimos diferentes animales. Atrás quedaron los problemas de Bambi o Los tres cerditos, pero no siempre estamos de acuerdo.
    Soy abogado (y un corzo). Mi cliente es un lobo, dueño de un bar, que desea impedir el acceso a ovejas y cabras. Caperucita, la fiscal, argumenta que eso es discriminatorio. “Seguro que no le importaría tenerlas en su estómago”, añade para ayudar poco.
    En mi casa entra quien yo quiero, eso es fundamental. En un negocio privado, debería ser lo mismo, así lo he defendido en cada turno.
    Hoy, el juez, un búho que jamás ha perdido la concentración, ha emitido el veredicto poniéndose de mi parte ─¡qué orgullo!─. Mi cliente, pletórico, celebra ahora una fiesta. Al llegar, el portero me señala que no se permiten cabras. Soy un corzo, le digo, pero él y otros muchos insisten en que ven a un cabrito.

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  • Imagen de perfilAntinatura

    Carolina Navarro Diestre 

    Otra mañana invisible más. Ambas nos cruzamos en los juzgados. Ella guiña los ojos a modo de saludo. Yo arrugo mis labios color burdeos. Son nuestros códigos para este amor invisible. Para este cariño furtivo. Ella se mete en el despacho, yo comienzo a ayudar a mis clientes. Nos juntamos a la hora de comer como dos buenas amigas. «Luego hay una concentración contra la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social», dice ella. «Me da miedo ir», respondo yo. Estamos a 25 de junio de 1978 y el orgullo gay es una quimera. La homosexualidad todavía acontece un estigma, una desviación, una vergüenza. Sin embargo, ahí estamos a las siete de la tarde. Salimos de la calle O'Donnell agarradas de la mano, avanzando por el derecho fundamental de existir. «¿Crees que esto es normal?», pregunto yo. «¿Una fiscal con una abogada de turno de oficio?», responde ella burlona: «Es antinatura».

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  • Imagen de perfil7-J

    JUAN CARLOS MONTERDE GARCĺA 

    Llegó a Comisaría a última hora de la tarde. Tenía una contusión en el brazo y un rastro de sangre en el labio. Le apodaban ‘’7-J’’. Según fuentes policiales, había agredido a un agente durante los incidentes del desfile del ''Orgullo Gay''. Varios skinheads habían reprochado al colectivo LGTBI su orientación y comenzó el enfrentamiento. Las fuerzas de seguridad intentaron separarles, a veces con violencia. Recibiendo un golpe, el detenido discutió con su agresor, quien supuestamente mantenía una tortuosa relación sentimental con la hija adoptiva de aquel. Avisado por el turno, llegué de noche a dependencias policiales, cuando él aún sufría estado de ansiedad. Desconozco los hechos, pero intuía que su hija me podría ayudar y que su declaración sería fundamental en juicio.

    No sé, pero ahora sigo recordando aquello. En medio de la concentración, espero nervioso el aviso para correr el primer encierro de los Sanfermines. Hoy es 7-J…

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  • Imagen de perfilPalabras, las justas

    Marta Trutxuelo García 

    No recuerda cuándo comenzó, como tantas cosas que olvidaba y perdía en la "niebla mental menopáusica", habitual en su edad. Una cosa era no encontrar las llaves o las gafas, y otra no encontrar las palabras. Para ella, la abogada que siempre tenía el término preciso al defender a un menor, la letrada que combatía con su léxico certero la violencia de género, era fundamental mantener su instrumento de trabajo, el lenguaje, afinado. Cuando aquella mañana la magistrada presentó el caso, quiso decir "argumento" pero pronunció "tormento", un martillo invisible falló la sentencia. De ayudar en el turno de oficio pasó, de oficio, a otro turno, en la sala de espera de un especialista. Ahora la abogada mantiene la concentración en las sesiones del logopeda, que le acompaña en sus silencios y aplaude su tesón por recuperar las palabras. Hay una que quisiera olvidar, afasia, pero siempre recuerda otra, orgullo.

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  • Imagen de perfilLos renglones torcidos

    Alejandra Rusell Giráldez 

    Aquella mañana de Julio, el caos entró en mi despacho sin pedir turno, de la mano de mi nuevo cliente.
    -Vivo de la escritura, fue su carta de presentación.
    -Colaboro en una revista. Tengo una sección de relatos. Hasta ahora todo me iba bien, dice con orgullo y cierta melancolía.
    - ¿En qué le puedo ayudar?
    Algo extraño está sucediendo. Los personajes de mis historias cobran vida. Una vez creados no puedo controlarlos.
    -Prosiga.
    -¡Es fundamental que me crea! Suplica.
    Tengo denuncias por cargos cuya autoría es de ellos. Desde plagio hasta cosas más graves...
    Simulando concentración intento contener la risa, pero lo que dijo a continuación me heló la sangre.
    Por eso estoy aquí, doctor. Resulta que yo soy la protagonista de su último relato y me quiere culpar por algo, que como comprenderá, no he hecho.
    Usted es psiquiatra, ayúdeme a salir de esta historia, se lo suplico.

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  • Imagen de perfilSONRISAS Y LÁGRIMAS

    Juan Manuel Chica Cruz 

    Frente al dentista a la abogada del turno del oficio le asaltó el recuerdo de un cliente: "No he cometido ninguna violación" aunque las víctimas le identificaran en las ruedas de reconocimiento , prueba fundamental para condenarlo. Después apareció un muestra biológica del presunto culpable que no correspondía con su ADN y la abogada, ante las dudas generadas, envió cartas a políticos y medios de comunicación provocando una concentración de apoyo ante la cárcel para ayudar en la propuesta de un indulto que con honor quijotesco su defendido rechazó "Eso es para culpables", dijo con orgullo y lágrimas. La abogada, sugerente, invitó a una copa al dentista, idéntico como dos gotas de agua entre sí, a su defendido que sonrió igual que cuando vio por televisión al que acusaban de sus violaciones, solo que ahora la abogada extraería de su boca una prueba de ADN para borrarle aquella perversa sonrisa.

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  • Imagen de perfilEn el ring

    Juan Antonio Suárez Merino 

    El combate del año.

    En el lado izquierdo. Bendita Sentencia. Calzón rojo. Lleva con orgullo en su palmarés ser la campeona por k.o. el año pasado.
    Al lado derecho. Pantalón azul. Oportuno Recurso. El eterno aspirante.
    Arbitra: Inquieto Abogado.
    Primer asalto. Momentos de tanteo. Sra. Sentencia se quiere ayudar con un puñetazo a la altura del mentón de Recurso. Mucha concentración en el contrincante. Fin del primer envite. Claro empate.
    Segundo round. Fundamental mantener la cabeza fría. Gancho de derecha de Recurso, Sentencia parece tocada.
    Se tambalea. Cae al suelo pero se levanta rápido. Se acabó el tiempo.
    Tercer y último turno. Empieza fuerte Oportuno Recurso que enlaza un croché de in dubio pro reo sobre el estómago de su rival, que la tumba de lleno y parece que definitivamente.
    Inquieto Abogado se dirige al centro del ring y levanta el brazo del aspirante en señal de victoria.

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  • Imagen de perfilAL PIE DE LA LETRA

    Esteban Torres Sagra 

    Compañeros de carrera los cuatro, siempre nos atrajeron los fenómenos paranormales, por eso la reunión nocturna en aquella casa donde pasaban cosas. Tras un rato de máxima concentración sin que ocurriera nada, la güija comenzó a moverse hasta formar la palabra ORGULLO, y de pronto las paredes se tiñeron con los colores del arco iris.
    El espíritu quería contactar con un abogado que le pudiese ayudar en el inframundo, donde al parecer llevan retraso con la tolerancia y los derechos de ciertos colectivos. Cuando llegó mi turno de palabra le pregunté que a cuál de nosotros prefería. Se abrió el armario desvencijado que había en la estancia y luego deletreó mi nombre. Sería fundamental como experiencia para mí defender a un alma gemela en apuros. No reparé en mis palabras y le contesté que "me moría de ganas".
    Por desgracia, se lo tomó al pie de la letra.

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  • Imagen de perfilCada veintiocho de junio

    Luis Bañeres 

    Al letrado Julio Montero le decían Julito por amanerado y vistoso, y aunque no fue gay confeso, siempre le sospecharon amores convexos. Cuando oficiaba de turno, tuvo que ayudar a muchos, alegando despiste sexual para evitar el escarnio. Su intervención en sesiones donde se juzgaba el roce entre iguales, resultó fundamental para sentar memoria y preservar muchos armarios.
    Sus alegatos sedujeron a tribunales y jurados, con sus característicos cambios de voz, y su gestualidad de esgrima. Julito desplegaba en la sala el arte que le fue prohibido.
    Cuando los tiempos se modernizaron y llegó el Orgullo, nunca acudió a ninguna concentración, y el colectivo le evitó la mención por respeto.
    Julio Montero tuvo muerte incierta, y algunas lenguas resentidas cantaron sida. Desde aquel día, alguien retira de su lápida las pintadas que aún le dicen Julito, y deja un ramo de violetas.
    Eso sucede con puntualidad cada veintiocho de junio.

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  • Imagen de perfilEl acertijo

    Jesús Marinetto Iglesias 

    -Qué orgullo, somos adversarios en este pleito. Pero no enemigos, ¿eh?
    -Como mucho, colegas.
    -Déjate ayudar, somos amigos. Fuimos juntos a la facultad.
    -Entonces, colegas y excompañeros. Nada más.
    -Es fundamental que nos pongamos de acuerdo en esta litis, por economía procesal.
    -Me gusta pleitear, para eso estudiamos y nos colegiamos como abogados.
    -Tu concentración desmesurada no será suficiente para convencer al juez esta vez.
    -Siempre fui más listo que tú. Y lo sabes.
    -Tu turno, pues.
    -¿Qué quieres decir?
    -He utilizado cinco palabras en nuestra conversación, la segunda de cada una de mis frases. ¿Qué palabra puedes formar con sus iniciales? Solo hay una posibilidad.
    -Siempre fuiste un engreído. Déjame pensar… Está bien, me rindo.
    -Facto. De facto te voy a ganar y te van a condenar en costas.
    -Touché.
    -Compañero, la concentración es fundamental para ayudar en el turno con orgullo.
    -¡No! Has utilizado las cinco palabras, ¿verdad?

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