SERENDIPIA
Jerónimo Hernández de CastroEncerrado en la cocina no ceja en su empeño. Trabaja demasiado y el consejo familiar se convirtió en orden del cardiólogo encargado de gestionar su último infarto. Con gesto amable contempla las preparaciones que bullen ante él, vestido de blanco en lugar del negro de su toga de letrado.
No piensa en su papel habitual, ni el juicio en curso y su atención se centra en una esferificación de verduras y cítricos. Una vez fría, la mezcla se captura con una jeringa especial para depositarla, gota a gota, en una solución de alginato que precipita en frágiles esferas, parecidas a un caviar de tonos rojizos.
Observando ese suave viaje al fondo del recipiente todo encaja: la extorsión generalizada, la red de narcotráfico y la violencia desatada después. Quiere volver al despacho y al portátil con sus colaboradores, pero deberá esperar hasta que pase ese dolor característico en su brazo izquierdo.
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La cabeza de un letrado nunca descansa, ni estando de baja. Una lección de cocina y, por supuesto, narrativa. Enhorabuena. Ahí va mi voto.
Muchas gracias! Metidos en harina a ver qué ocurre. Un abrazo!
Hola, Jero.
Muy bueno. Me gusta mucho la imagen que me evoca el texto.
Enhorabuena y suerte, amiguito.
Abrazos.
Muchísimas gracias Towanda!
Un beso grande!
Muy buen relato, Jero. Te deseo muchísima suerte y te dejo mi voto.
Besos.
Muchísimas gracias por tu comentario y tu voto.
Un beso enorme!
Muchísimas gracias por tu comentario y tu voto.
Un beso enorme!
Felicidades, Jero por la genialidad de tu microrrelato y la siempre instructiva, al menos para mí, de tu narrativa. Es un placer leer y a la vez aprender de grandes como tú. Mi voto y muchísima suerte. Un saludo.
Muchísimas gracias a ti! Eres muy amable un fuerte abrazo
Si se dedicara a la cocina tradicional, a los guisos y a los fritos, seguro que su pensamiento no habría tomado esos derroteros. Pero, claro, como practica una suerte de alquimia, cambiando los pucheros y cacerolas por utensilios propios de un narcolaboratorio, pues pasa lo que pasa…
Suerte, Jero.
Gracias Manuel por tu comentario Un fuerte abrazo