Cambio de rumbo
Jerónimo Hernández de CastroDespués de tanto tiempo en el área de patentes, la redacción de aquel contrato le producía un desasosiego inusual. Sin duda faltaba algo. En momentos así recordaba a la catedrática de Mercantil que, en sus clases de Derecho de la propiedad industrial y de la competencia, le ponía verde a la menor ocasión condenándole a un futuro incierto si no se esforzaba en promover un cambio de actitud que le hiciera ser más cuidadoso y no dejar ningún fleco en las cuestiones decisivas. El instinto de conservación le hizo seguir sus indicaciones para hacer de él un consumado experto, captado por una multinacional antes de abandonar la facultad.
Ahora, muy cerca de su jubilación, en esa última cesión perpetua a su empresa de un proyecto de energía limpia que salvaría al planeta y arruinaría a la corporación iba a omitir, por primera vez, la cláusula de estricta confidencialidad del abogado.
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Al llegar a una cierta edad se pierde el miedo, las prevenciones y hasta las formas. La persona asume que no queda tiempo para disimulos y rodeos; también, que ya tiene poco que perder. Este abogado, al final de su vida profesional, deja abierta la puerta para que un proyecto para el beneficio colectivo no acabe oculto, relegado o en saco roto, aunque ello le suponga renunciar a una cláusula profesional básica, pero lo primero es lo primero, y lo primero es la gente, contribuir al bien general también es un fundamento del derecho.
Un abrazo grande y suerte, Jero.
Muchas gracias Ángel. El bien general debería fundamentar no solo el derecho si todo lo demás: Un fortísimo abrazo
Nunca es tarde para cambiar de rumbo. A veces nos cuesta aprender.
Un abrazo, Jerónimo, un placer leerte siempre.
Gracias Margarita. Aprender siempre para seguir adelante
Un beso enorme
Nunca es tarde para cambiar de rumbo ni para tener gesto hermoso de rebeldía.
Muy buen relato, Jero. Te deseo mucha suerte y voto a favor del cambio.
Besos apretados.
Muchos besos Pilar. Un abrazo muy grande y toda la suerte del mundo
Bienvenido sea el cambio de timón.
Suerte, Jero.
Muchas gracias Manuel. Quienes se enfrentan a dilemas éticos siempre tienen que elegir. Un fuerte abrazo