Sebastián Trías Salom

Microrrelatos publicados

  • EMPANADA EN EL JUZGADO

    - ¡Es usted un mentecato! – le gritó el juez al bisoño abogado.

    - Señoría, si usted me permite un momento con premura me pondré a litigar contra el argumentario correlativo a los hechos expuestos por mi colega el fiscal. –dijo el abogado rebuscando entre sus papeles.

    - ¡Lo que dice no tiene ningún sentido!

    - ¡Ya lo tengo! – grito el abogado exhibiendo triunfalmente una hoja en alto. -Mi cliente se declara inocente. Él no robó la caja de sardinas de la pescadería y puedo demostrarlo.

    - ¡Pero qué dice! –estalló el juez.- ¡Estamos aquí porque su cliente se saltó un semáforo en rojo y provocó un accidente!

    - ¿Chocó contra la pescadería? ¿Entonces consideramos a las sardinas como sujetos damnificados colateralmente?

    - Dios mío…Alguacil, tráigame mis pastillas para la tensión. ¡Y llame ahora mismo al Colegio de Abogados para borrarme del programa de abogados en prácticas!

    | Abril 2017
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9

  • Juicio final

    ¿Sabéis eso de que cuando morís hay una luz blanca y vais hacia allí? Pues es todo mentira. Cuando mueres aparece un enanito y te dispara con una pistola de ultrasonidos que te encoge hasta un tamaño subatómico. Luego te mete en una caja que, en realidad, es un gigantesco juzgado donde se decidirá qué será de ti el resto de la eternidad.
    Lo primero que aprendes es que aquí no existe ni el derecho penal ni civil, sólo contractual. No hay leyes, sólo montones de abogados y de contratos. Los juicios son negociaciones a tres bandas entre los fiscales, abogados y jueces, los cuales odian sentar jurisprudencia, porque eso sería una inadmisión del principio básico de este lugar: todo es negociable. Y eso, claro, coartaría la libertad para negociar. El fallo del juez es simplemente la rúbrica del contrato por las partes.
    Os dejo, me toca testificar. Deseadme suerte.

    | Octubre 2016
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 11

  • Futuro imperfecto

    Abogado, su alegato –dice el juez.
    Creíamos que el apocalipsis robótico consistiría en hordas de robots asesinos rebelándose contra los humanos. Está grabado en el inconsciente colectivo del pueblo.
    Pero no ocurrió así.
    La mecanización condujo al hombre a una carrera que no podía ganar. Si un robot podía hacerlo resultaba más barato y se quedaba el trabajo.
    Recepcionistas robóticos, máquinas expendedoras de billetes, robots domésticos, banca online, trenes sin conductor…Los robots llegaron, lenta y discretamente, y nos sustituyeron.
    Ahora ellos tienen el poder. Es la tarifa a pagar por el estado del bienestar. El de unos pocos, claro.
    Echarle encima cincuenta kilos de pimienta a su jefe no estuvo bien, seis días después todavía sigue estornudando. Pero ¿quién no comprendería el dolor y la frustración de ser sustituido por un brazo electrónico después de veinte años envasando especias?
    Dos luces parpadean en la cabeza del juez. Ya hay veredicto.

    | Septiembre 2016
     Finalista
     Votos recibidos por la Comunidad: 2