PRESUNCIÓN DE VERACIDAD
Gema Mª Ortega ExpósitoSiempre me resultó sospechoso que tres personas solas tuvieran la habilidad de allanar millones de moradas en un solo día sin faltar a su propósito de repartir regalos a todo solicitante. A mis ocho años de edad, dando utilidad al juego de sobremesa de Sherlock Holmes que presuntamente me había traído Baltasar ese seis de enero, busqué una explicación racional a aquella proeza. Analicé indicios, recabé declaraciones de conocidos y finalmente alcancé la solución, tan decepcionante como previsible. ¡Qué circo tan minuciosamente montado y cuánto cómplice alrededor!, pensé. Pero no supe definir el hecho ni acotar responsabilidades; ¿era una estafa emocional o una donación encubierta?, ¿eran mis progenitores los únicos responsables, como ejecutores materiales, o también los adultos en general, como cooperadores necesarios? Ante tal inseguridad y considerando que era mejor presumir la veracidad del bienintencionado engaño que cuestionarlo, decidí no denunciar el hecho y convertirme en una cómplice más.
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Gema, le has conseguido dar una vuelta de tuerca nueva a ese tema por el que todos hemos tenido que pasar: ¿Quiénes son?, ¿existen o no existen los Reyes Magos?
Muy bien llevado el tema a la convocatoria de este mes!!!
Un saludo
Muchas gracias, Amparo.
Has encontrado un filón, Gema: ¿se incita a los magos a conducir los camellos bajo los efectos del alcohol por dejarles unas copitas de cava u orujo? ¿se violan derechos por abrir las cartas dirigidas a ellos? ¿constituye una oferta en firme, susceptible de ser llevada a juicio, la promesa de un mago hecha a la personita sentada en su regazo?
Suerte.
Efectivamente, Manuel, ¡son muchas las cuestiones jurídicas que plantea el tema de los reyes magos!
Muchas gracias.