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Vicente Küster Santa-Cruz 

La primera vez que se hizo la prueba dio positivo. No sabía qué hacer, a quién contárselo primero, o qué reacción provocaría entre sus compañeros de despacho. Sumida en un mar de nervios, llevaba seis días confinada en casa leyendo noticias poco alentadoras sobre el coronavirus, haciéndose mil preguntas. La brecha de edad con sus padres era evidente, y en nada ayudaría exponerles a una noticia que ni ella misma hubiera sospechado. Había coincidido un par de veces con su última pareja durante los últimos meses. Salvo eso, su vida transcurría en permanente soledad. Se preguntaba si era mejor discriminar a sus padres y ocultarles de momento la verdad, o darles la noticia sin más, pese a la desigualdad de pensamiento y mentalidad. Mientras pensaba en la mejor oportunidad para decirlo, sola y frente al espejo, ensayaba una y otra vez: Mamá, estoy embarazada.

 

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