XVI Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilLA PARTIDA DE AJEDREZ

Leticia Morillo Canales 

Comenzó la partida con un gambito de dama. Después, tras la exposición del caso, el letrado desplegó los demás peones con cautela. Su oponente respondió de forma agresiva, moviendo sus caballos con audacia y detectando cualquier debilidad en la defensa. Instalada la polarización entre ambos, recordó las palabras de su compañero de bufete: «En el juego jurídico la empatía es la reina». Decidió entonces recurrir a un enfoque diferente. En lugar de confrontar, eligió comprender a su contrincante Y así, como un hábil alfil, obtuvo por prescripción adquisitiva el conocimiento suficiente para anticipar sus movimientos. Finalmente, cuando el juez dictó sentencia, además de saber que había ganado el caso, comprendió que en la partida judicial, como en el ajedrez, la victoria no reside únicamente en la conquista del rey, sino en la capacidad de ver más allá del tablero y en derribar los muros erigidos entre escaques blancos y negros.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilEL QUE CALLA

Miguel Angel Zarzuela Ramírez 

Cuando finalizó el juicio, leí las barbaridades que improvisaron sobre mi desempeño como abogado defensor, esbocé media sonrisa y me fui a la cama tranquilo. Tiempos de polarización, sin duda. A la mañana siguiente, muy temprano, recibí la inesperada y habitualmente agotadora visita de mi cuñado favorito, también letrado. “¡Miguel, que el que calla otorga compañero, defiéndete!”, me aconsejó mientras gesticulaba vigorosamente para descargar el exceso de razón que pensaba le asistía (bienintencionado sin duda, era su manera de mostrar empatía). Pero yo, más partidario de “El que calla no dice nada”, asentí paciente durante toda su arenga, tuve que recurrir a un analgésico y volví a acostarme cuando se marchó. Afortunadamente, me desperté a tiempo de tomar una cervecita en el bar de abajo antes de comer, por prescripción facultativa de mí mismo. Y las barbaridades vertidas, al no encontrar respuesta contra la que continuar enredando, se disolvieron rápidamente.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilSegundas opiniones

    Patricia Collazo González 

    Por prescripción de mi psicólogo, dado que el clima de polarización que se vive en casa es nocivo para mí, mis padres tuvieron que recurrir a un abogado.
    Como nunca se ponen de acuerdo, tampoco consiguieron consensuar qué tipo de abogado consultar. Por eso fuimos a todos.
    El de familia nos recibió con mucha empatía, pero alegó que lo nuestro no era una familia y cuando mi madre se quejó de que papá le hacía bullying, nos derivó con un compañero laboralista.
    El hombre escuchó a las partes y sentenció que no habiendo relación laboral alguna entre nosotros el caso le correspondía a un mercantil, porque lo que sí había eran grandes intereses económicos. Del mercantil al penalista pasamos en un pispás, cuando papá amenazó con deshacerse de nuestros cuerpos en el mar el próximo verano.
    Al final, hubo que volver al psicólogo. Pero ahora el tratamiento lo reciben ellos.

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  • Imagen de perfilRober Hood

    VALERIA QUESADA CONTRERAS 

    Me estrené en el turno de oficio defendiendo a un hombre acusado de cometer un robo con violencia en una farmacia.
    El día del juicio negó los hechos alegando que se ganaba la vida con los hurtos. Ante las caras de sorpresa del compañero, fiscal y juez, Roberto (mi cliente), aclaró que parte del botín lo destinaba a personas sin hogar, a diferencia de los políticos corruptos, que nos robaban impunemente. Finalizó su discurso culpando a la maldita polarización de España, que nos impedía avanzar hacia una mayor empatía entre las personas, clave del progreso.
    Cuando supo que había sido absuelto por prescripción del delito, me regaló un bolso. Dentro pude encontrar mi teléfono móvil (que había desaparecido el día del juicio), y una carta firmada por Rober Hood que garantizaba que, si me hacía cargo de sus temas, no volvería a recurrir a privarme de ninguna de mis pertenencias.

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  • Imagen de perfilCarta a un futuro cliente

    Miquel Esquirol Jiménez · BARCELONA 

    Querido futuro cliente, mañana entro de guardia y tú, a saber en qué lio te vas a meter. Me pregunto si serás hombre o mujer, joven o mayor. En el juzgado o en comisaría puede que te encuentre dormida, cansado, drogado, perdida, intentaré ser una luz que te ilumine, te guíe y reconforte con mi empatía. No serás mi amiga, ni yo tu compañero sólo un abogado a quien podrás recurrir, pero nuestras vidas se van a conectar con una suerte de polarización para siempre jamás. Otros podrán, yo no puedo evitar cargar en mi mente lo que a ti te preocupa. Intentaré olvidarte, a cada instante, y a ratos lo conseguiré, pero nunca para siempre, no conoceré la prescripción de tus pesares. Me gustará conocerte y si puedo, ayudarte, porque la parte de ti que se instaure en mí, es lo que me hace ser la persona que soy.

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  • Imagen de perfilDoce

    David Villar Cembellín 

    Un sueño, ser abogada.
    Dos progenitores poniendo todo de su parte para que lo consiga.
    Tres compañeras charlatanas de habitación con las que conocerá la amistad, la camaradería, la empatía.
    Cuatro años de carrera por delante.
    Cinco maldiciones irreproducibles ante el libro de Derecho Romano.
    Seis, las tazas de café matutinas por prescripción facultativa.
    Siete veces siete, las noches sin dormir: estudiando, estudiando, estudiando.
    Ocho, las patas dislocadas de la araña del fracaso, la polarización en su mente, la salmodia obsesiva narrándole historias de derrota.
    Nueve, las ocasiones en que debe recurrir a su hermana antes del examen definitivo: «no lo voy a conseguir, dios mío, no lo voy a conseguir».
    Diez, la nota final.
    Once, las copas esa noche en compañía de sus mejores amigas.
    La graduación, a las doce.

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  • Imagen de perfilPALABRAS

    MANUEL HOYA · Salamanca 

    Disentir, opinar, pensar, transformar… ¿Solo palabras? No para Hakim, abogado con vocación donde se difumina la democracia. No tiene dudas de su compromiso social, es una forma de poder cambiar las cosas. Caer y levantarse de nuevo es su lema. Hoy, acude a la cárcel con el único traje de que dispone. Encuentro habitual con perseguidos y opositores a los que reconforta con su amable sonrisa. Recurrir la prisión preventiva, papeleo interminable, funcionarios corruptos, tejemanejes. Despreocupado de la provisión de fondos, las minutas, la tasación de costas… Sus compañeros le advierten del peligro de empatizar en exceso con los clientes. Peligro, que le empapa, y a veces, le hace estremecer. Siniestra polarización del miedo y el valor, siempre en el filo de la navaja. Sine die, es la fecha de prescripción de la injusticia. Hakim lo sabe, prefiere sentir que la libertad, dignidad, igualdad, derechos humanos son más que palabras.

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  • Imagen de perfilLucho el catedrático

    Ander Balzategi Juldain 

    Para los que estudiábamos derecho en prisión Lucho era una eminencia. Decían que había ejercido como catedrático de derecho en la universidad de Salamanca hasta que un impulso incontrolable le jugó una mala pasada. Él mismo lo manifestaba así, “la sociedad está cayendo subyugada por la polarización de los impulsos”, decía, “todos nosotros somos víctimas de ello”. Sin saber a qué impulsos se refería costaba no sentir empatía por él cuando hablaba. Nos impartía sus clases en el patio de la cárcel, clases no regladas y suplementarias a las que recibíamos en las aulas de la penitenciaria, clases de estraperlo, le gustaba decir. Nos sentábamos en los bancos junto a la cancha de basket y entre los compañeros que estudiaban derecho se entremezclaban también conocidos políticos. A todos nos parecía provechoso estudiar asignaturas como “el arte de recurrir” o “cómo abusar de la prescripción” por un cartón de tabaco.

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  • Imagen de perfilASILO

    EVA MARIA FERNANDEZ DIAZ 

    La polarización a la que este mundo se entrega en los últimos años, y la especificidad del ejercicio de algunas profesiones, como la abogacía, me hizo recurrir a un bufete especializado en extranjería. Trabajaban con las incidencias que surgían al inmigrante, fueran las que fueran, y me remitieron a un compañero que llevaba los asuntos de asilo y que, hacía gala de una gran empatía.
    La prescripción era vernos cuanto antes, y me emplazó en su despacho donde, le venía mejor verme si tenía mucha prisa.
    Llegué antes que él y me instalé en la sala a la que la nerviosa recepcionista, me hizo pasar.
    La cara del abogado cuando vio que yo, aparte de no ser humano, solicitaba asilo por persecución de la empresa aeroespacial estadounidense NASA, fue divertida.
    Luego, se serenó y poniéndose en modo profesional, empezó a tomar notas, intentando no caerse de la silla.

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  • Imagen de perfilEL CASO LUCAS SUÁREZ

    María Teresa Fernández Seguí 

    En el año 2080, la abogada Laura Prado y su compañero Albert Palacio fueron enviados al pasado para corregir una injusticia. Su misión: defender a Lucas Suárez, acusado erróneamente de asesinato en el año 2024.
    El gran reto fue combatir la polarización y falta de empatía del jurado, pero el verdadero desafío fue poder recurrir a pruebas forenses traídas del futuro para desmantelar cada uno de los argumentos presentados por la acusación y así conseguir un veredicto de inocencia.
    Lo que solo Laura y unos pocos sabían es que no habían librado a un simple hombre de una sentencia injusta. Hasta que su vida empezó de nuevo Lucas Suárez había cumplido años de condena. Durante este tiempo, mientras esperaba inútilmente que el culpable apareciera antes de la prescripción del delito, realizó todos los planos de su gran invento, una máquina del tiempo que se convirtió en su única esperanza.

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  • Imagen de perfilINSTANTES

    Oihana Sanz Ruiz de Onraita · Gipuzkoa 

    Cerré los ojos, me ajusté la toga en un gesto convertido en mi ritual particular. Caminé hacia la sala llevando conmigo el peso de la gran responsabilidad que tenía entre mis manos. Como atuendo la determinación, signo de todo el aplomo al que fui capaz de recurrir, que aun no reflejando mi estado interno real, había ensayado como si de una prescripción médica se tratara. Mis ojos buscaron los de su señoría como muestra del respeto que su posición le otorgaba. La fiscal me regaló media sonrisa vestida de empatía que me permitió respirar un poco de aire en el áspero clima cargado de polarización que se respiraba en la sala. Tomé asiento observando los miembros del jurado que tanto había estudiado junto a mi compañero días atrás. Entonces mi mirada encontró la de mi cliente ataviado de la vulnerabilidad de quien había depositado su vida en mis manos.

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  • Imagen de perfilEL QUE CALLA

    Miguel Angel Zarzuela Ramírez 

    Cuando finalizó el juicio, leí las barbaridades que improvisaron sobre mi desempeño como abogado defensor, esbocé media sonrisa y me fui a la cama tranquilo.

    Tiempos de polarización, sin duda.

    A la mañana siguiente, muy temprano, recibí la inesperada y habitualmente agotadora visita de mi cuñado favorito, también letrado. “¡Miguel, que el que calla otorga compañero, defiéndete!”, me aconsejó mientras gesticulaba vigorosamente para descargar el exceso de razón que pensaba le asistía (bienintencionado sin duda, era su manera de mostrar empatía). Pero yo, más partidario de “El que calla no dice nada”, asentí paciente durante toda su arenga, tuve que recurrir a un analgésico y volví a acostarme cuando se marchó. Afortunadamente, me desperté a tiempo de tomar una cervecita en el bar de abajo antes de comer, por prescripción facultativa de mí mismo.

    Y las barbaridades vertidas, al no encontrar respuesta contra la que continuar enredando, se disolvieron rápidamente.

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  • Imagen de perfilEl estudiante

    Felipe Alcalá-Santaella Llorens 

    Aun recuerda las circunstancias de su dimisión. Ningún compañero dio la cara por él, nadie demostró tener una pizca siquiera de empatía.

    No sabía que hacer con su vida, lo cierto es que después de veinte años se encontraba solo. Buscó refugio en las redes sociales, pero la polarización de la sociedad que lo impregnaba todo le hizo sentir que era aún peor que en la vida real. Insultos y humillaciones con cada comentario. Pronto lo dejó estar.

    La prescripción de su médico de toda la vida fue clara: pasea, haz ejercicio, dieta saludable. Pero lejos de ser suficiente, tenía la sensación de hundirse más en el pozo.

    Un manual viejo y desgastado asomaba en su estantería, y recordó que nunca terminó la carrera. No pensó jamás que recurrir al estudio fuese la solución.

    Al volver a la facultad de Derecho, recuperó la ilusión. Sería un gran abogado.

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  • Imagen de perfil¿Por qué mató a la juez?

    Fernando Beamud 

    —¿Por qué mató usted a la juez? —Le preguntaron —Estamos desconcertados. No entendemos las razones que le indujeron a ello. ¿No pudo recurrir a otra alternativa?
    —¿Por qué no mató a su compañero? —insistieron.
    —No creo que deba decírselo —repuso —Fue mi decisión y punto —se afirmó lacónicamente, carente de toda empatía.
    —No se puede matar a la mejor y quedarse tan tranquilo —le hostigó un periodista —El texto hubiera mejorado con ella viva, sin duda. Era un personaje tan carismático. Esta vez, su decisión ni siquiera ha dado pie a la polarización de sus lectores, como es habitual. Todos están en contra.
    —La novela la he escrito yo y basta. ¡Esto es el colmo! —Se lamentaba el abogado y exitoso escritor pensando si no convendría que se tomara unos cuantos meses de vacaciones en algún lugar paradisíaco, lejos del mundanal ruido, esperando la prescripción de su delito literario.

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  • Imagen de perfil¡A POR ELLOS!

    Esteban Torres Sagra 

    Jueces y funcionarios contra letrados y fiscales. No es fútbol, no. ¡Sólo nos faltaba poner zancadillas también en el campo! Es una competición con cápsulas de pintura como balas.
    No creo que sirva para potenciar la empatía entre compañeros esta convivencia por prescripción del Ministerio. Pienso que va a servir más bien para una polarización de los roles aún más definida; pero bueno, ellos sabrán. Mi bufete quiere recurrir la invitación porque contiene visos subliminales de obligatoriedad.
    Los magistrados son presas engañosas, pues la experiencia por la edad les da ese plus de mala leche que nos falta a los jóvenes y te matan cuando menos te los esperas, incluso en las áreas de descanso.
    Hemos terminado perdiendo los que disparábamos pintura gualda.
    Que casi todos hayamos sido alcanzados en sitios no permitidos y peligrosos por manchas amarillas -algunos tendremos cardenales las próximas semanas- respalda mi hipótesis cainita.

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