Imagen de perfilRenglones torcidos

Jerónimo Hernández de Castro 

El cartel funciona con más eficacia que la mayoría de los gobiernos y pocos disponen en el mundo de un servicio jurídico tan profesional, cuyo responsable exhibe una autoridad de la que carecen los capos.
Ya nadie recuerda aquel primer ascenso desde un humilde empleo como asesor fiscal, cuando logró que las declaraciones de hacienda de sus multimillonarios patronos resultaran negativas. Ahora es capaz de detener, alegando el principio constitucional de conservación de la naturaleza patria, todo un plan ministerial para erradicar los cultivos de coca, la última oportunidad para el rescate de una población intimidada por los sicarios.
Él es el único resquicio que hace vulnerable a la omnipotente organización. A sus años, la muerte de su hijo o el secuestro de su mujer, oportunamente vengados según la discreta rutina corporativa, le hacen plantearse algunas cosas y empieza a sentir la desazón de quienes se han convertido en imprescindibles.

 

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