XI Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Ganador del Mes
Bajo un cielo rojo
María Carmen Caamaño LópezLos científicos fueron los primeros en desaparecer. Lo mismo había ocurrido antes con los profesores, catalogados como prescindibles al irse los últimos niños. También con los músicos, cuando las canciones se sustituyeron por el estruendo de las bombas, cornetas y sirenas. Hasta los pájaros callaron el día que tuvieron que elegir entre respirar y cantar, y las flores murieron marchitas en sus propios capullos, que luchaban por abrirse bajo un cielo rojo. Muchos culparon a las inclemencias del clima. Otros mencionaron la falta de un modelo de desarrollo sostenible, la pobre gestión de residuos o el aumento de la toxicidad. Pero todos querían que se hiciera justicia y con ese fin una muchedumbre famélica y enfermiza jaleaba al juez cada vez que entraba y salía de la sala en el juicio más mediático de todos los tiempos.
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El más votado por la comunidad
EL EFECTO MARI ROSA
Ángel Montoro ValverdeLos cincuenta y pocos no existen. Y aunque a esas edades, algunos sigan estando muy buenos, como es mi caso, todo pico por encima del medio siglo hace que sin darte cuenta hables menos de grandes proyectos y nuevas expectativas y más de mamografías y tactos rectales. Y en esa posición genu-vergonzante me encontraba, ante Mari Rosa -Dra. Colón para los no amigos-, quien me recomendaba respirar hondo y pensar en algo agradable para superar el trance. Preocupado por el mundo que van a heredar mis hijos, soñé con mares limpios de residuos plásticos, con leyes y tratados efectivos frente al cambio del clima, con tribunales especializados en justicia ambiental a los que yo acudía en bicicleta, con el desarrollo sostenible de los pueblos y hasta con minutas cobradas a primer requerimiento. Y tan placentero fue el sueño que me he convertido en un adicto a las colonoscopias.
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Relatos seleccionados
Dijeron que se había hecho justicia. Tras la sentencia, tomaron las medidas necesarias para que todo fuera sostenible, sin rastro de residuo alguno. Si el clima acompañaba estaba todo hecho.
Así fue. En un día soleado, rodeados de cultivos ecológicos y en una construcción realizada enteramente con materiales reciclados, enterramos a nuestro hijo. Había dejado de respirar antes de que la sentencia dictaminara que la polución hacía su ciudad irrespirable.
Eso sí, la indemnización nos dio para un panteón precioso.0 VotosAquel día triunfó su credo a la desesperanza, clavando con rabia su dogma sobre las puertas inexpugnables de la ONU, buscando justicia para un planeta moribundo donde hoy, respirar es fantasía. El mundo esquivó la tragedia con el único fin de ufanarse de su utopía sostenible. Por suerte, en Marte ya respiramos todos, un clima envidiable; avances de la ciencia como se suele decir. Desgraciadamente, la herencia yacente de la Tierra perdurará indefinidamente, ya que los únicos titulares que la reclaman son montañas y montañas de residuos.
0 VotosEn la última fase me costaba respirar. Desde que se rechazó el derecho a un clima estable, las cosas se nos complicaron a los asmáticos. La polución nos comía y el cambio climático no podía haber llegado más lejos.
La justicia contribuía al apocalipsis, me había dado cuenta cuando me puse la toga para defenderme a mí mismo. Aquello de un mundo sostenible sonaba a chino. El derecho a contaminar era tal que si un bar invadía tu propiedad privada con un residuo, sin tratarlo de ninguna forma, tenías que callarte y mirar hacia otro lado.
Poco a poco, el mundo se convirtió en un vertedero insalubre donde malvivir. Fuimos cayendo, como moscas, y no hubo espacio ni para enterrarnos.
0 VotosSe lo advertí:
—No es sostenible, cariño: un par de cenas más en casa de tus padres y pido el divorcio.
Los padres de Brenda solían invitarnos a cenar a su casa. Para mi suegro, yo era “el abogado”, de esos que estudian derecho porque la nota no les da para más. Durante las comidas, el clima se ponía tan tenso que más de una vez tuve que salir a la calle para respirar. Para mi suegra era un residuo urbano, lo más inexacto que una madre quiere para su hija “No te hace justicia, querida: deberías haberte casado con un ingeniero o un emprendedor”, le escuché decir en cierta ocasión.
Se cumplen dos años desde que Brenda y yo nos separamos y justo hoy me estreno como fiscal. Que el acusado por desfalco sea mi suegro, no sé por qué, me recuerda a un viejo chiste de abogados.+5“El clima será sostenible cuando la Justicia haga reciclar los residuos que nos impiden respirar y avanzar en la profesión de Letrado”.
-Demasiado correcto. A ver éste…
“No es justo sentirse como un residuo porque uno no se pueda mantener con el sueldo de abogado de oficio; este clima de angustia continua casi no nos deja respirar”.
-No sé..., quizás ñoño. Probemos de nuevo.
“Cuando se respire un clima de Justicia cobraremos las guardias como merecemos, y podremos sostener a nuestras familias sin la sensación de ser un residuo de la sociedad”.
-Más rotundo.
“¡Estoy hasta los…, harto de recibir dos duros después de veinticuatro horas pateándome los pueblos que me toquen por ejercer mi trabajo en la justicia gratuita, y encima pagarme la gasolina y el bocata, me cago en to…!”.
-Manolo, hijo, ¿qué haces?.
- ¡Ensayo, mamá!. Tengo cita con Hacienda.+3Sé que voy a ganar. He tenido muchos casos, pero éste lo voy a ganar.
Voy a demandar a todos los culpables de esta atrocidad, ningún ecosistema se lo merecería, pero éste mucho menos, porque es mío, porque siempre había sido sostenible, porque era mi rincón para respirar, para descansar, para reponer fuerzas mirando sus aguas, disfrutando del bendito clima que siempre le rodea, y que ahora, al mirarlo, lleno de residuos en su mayoría cadáveres de la fauna que lo habitaba, me llena de terror, me hace llorar.
Voy a ganar el pleito contra todos los que habéis destruido el Mar Menor, voy a conseguir que la justicia triunfe y que entre los que de verdad amamos la naturaleza vuelva a resurgir de sus profundidades.
Vuelvo a mi despacho y empiezo a redactar la demanda.
Hoy diez años después de aquel 2019 el Mar Menor vuelve a estar vivo.+2Aparcó el 600 a toda velocidad, entró en el palacio de justicia y se dirigió con paso ligero a la Sala. Ya a la entrada noto el clima cargado, como si el humo de los cigarrillos hicieran más difícil de lo habitual poder respirar. La reo escuchaba la condena con la mirada perdida hacia una pila de papeles, amontonados a modo de residuo. Mientras, el juez dictaba condena de arresto mayor por afiliación a uno de los sindicatos prohibidos. Las pruebas eran claras, su primer apellido estaba en la lista y había sido sorprendida con el delegado nacional. Aquella situación ya no era sostenible, sabía que era el momento de aclararlo, que era su deber, incluso su obligación… Pero no pudo, al fin y al cabo su hermana siempre le quitaba los novios. Esta vez tendría que aguantarse, así se derritieran los polos y se cayera el cielo…
+1El día que cambió mi suerte llovía mucho en Macapá (Brasil). Diluviaba en mi ciudad con la intensidad característica de nuestro clima ecuatorial, teniendo la cortina de lluvia tal espesor que apenas podía respirar.
Me faltaba el aire y me sobraba hambruna, pero desistí de hacerme con algún residuo alimenticio del basurero y me resguardé bajo el porche del Colegio de Abogados. Me tumbé sobre el felpudo y esperé a que amainara la tormeta. Y esperando,esperando, de pronto ..., se abrió la puerta, me recogió el presidente, y tras darme cobijo, comida y mimos, y responderle yo con lengüetazos ásperos de agradecimiento,regularizamos mi presencia en el colegio con un contrato de trabajo. Primero trabajé como vigilante felino en la recepción, después promocioné y actué como mediador en el área de «Justicia Gatuna» y hoy dirijo el departamento de proyectos de ley sobre el desarrollo sostenible del gato en la calle.+16Aunque ahora es un hijo más para nosotros, cuando vino a pasar sus primeras vacaciones sanitarias era apenas un ratoncillo de seis años asustado ante lo desconocido. Misha entró en el programa porque su padre, ya muy enfermo, había sido un Policía destinado a cerrar las heridas de la central nuclear.
Los niños afectados por la tragedia de Chernobyl venían a España en verano a disfrutar del clima, a comer alimentos no contaminados y a respirar aire puro, en la esperanza de que eliminaran los residuos radiactivos que se acumulaban en sus frágiles cuerpecitos.
Doce años después, Misha mide casi dos metros y estudia Derecho en Kiev. Dice que quiere conseguir un mundo más sostenible, en el que personas como su padre no pierdan la vida debido a los destrozos provocados por otros seres humanos.
Yo le miro orgullosa y pienso que podrá lograrlo. Es de Justicia.+13Mi cliente siempre creyó que era de justicia dejar un planeta sostenible a sus herederos. Por eso me planteó que presentáramos una demanda contra todas las empresas que no cumplieran con un plan de residuo cero. Su preocupación por el clima actual era tal, que sabía que tarde o temprano respirar aire limpio se convertiría en un bien escaso. Era una ardua tarea y me preocupaba que las costas fueran ingentes si desestimaban nuestras pretensiones y así se lo hice saber. Me dijo que era un tema que no le preocupaba pues tenía confianza ciega en que ganaríamos el caso. Algo en sus ojos me dio el espaldarazo que necesitaba para llevar el caso adelante. Nuestra demanda fue estimada y mi cliente me dio un fuerte abrazo como pago de mi minuta. ! Gracias papá, me dijo con una sonrisa de oreja a oreja, eres el mejor abogado del mundo!.
+11Aquel caso, caído del cielo, parecía perfecto para hacer sostenible la precaria situación de mi bufete. El cliente, diagnosticado de cáncer hacía unos meses, pretendía querellarse contra el planeta, la humanidad y la distribuidora de aguas. Achacaba la acumulación de arsénico en su organismo a la continua ingesta del agua canalizada, presuntamente insalubre, según los análisis. Como sus debilitados pulmones amenazaban con dejarle sin respirar antes de conseguir justicia, le aconsejé enfocarnos en demandar por daños y perjuicios a la empresa.
Aún así, antes de pactar un jugoso acuerdo con la compañía demandada, mi cliente falleció. No obstante, perseveré hasta conseguirlo, ocupándome de sus asuntos con tanto celo que acabé casado con su viuda.
Ahora, mi vida transcurre en un clima de gran prosperidad, pero a veces se me remueve un antiguo residuo de sospecha cuando ella, solícita, deposita en mi mesilla de noche un vaso con agua.+14Me llamo Ana y mis pulmones, cuando la lluvia y el viento visitan la ciudad, se olvidan de respirar. Tengo asilo en una burbuja de plástico instalada en mi habitación, clima a la carta y el amparo del ventilador mecánico que devora el residuo tóxico. Mi enemigo mortal. No os apenéis por mí, he aprendido cómo es la vida sostenible. He terminado una carrera universitaria y, gracias a las telecomunicaciones y la tecnología, nada me impedirá cumplir con mis deberes profesionales en su momento. Ahora me preparo y hago prácticas bajo los ojillos asustados del globo terráqueo que mi padre colgó del techo para que soñara con viajes interminables sin alejarme de mi almohada. Y he decidido que esa pequeña esfera azul se convertirá en mi único y principal cliente siempre que necesite defensa o justicia. Me llamo Ana, y soy abogada ambientalista.
+7Aquel pueblo era un paraíso. Me escapaba hasta allí para respirar aire puro y desconectar del trabajo del bufete. Y también por nuestra habitual partida. Los lugareños, siempre amables, me esperaban ansiosos. Sin embargo, el pasado fin de semana la partida fue otra: estuvieron en una manifestación para defender sus intereses y reclamar justicia. Este año apenas ha llovido y los residuos que vierten las fábricas en el río ponen en peligro sus cultivos. El alcalde, que sujetaba con ellos la pancarta "rebelión por el clima", ejerció de portavoz ante los medios "Nuestra comunidad vive de la agricultura ecológica, tan demandada en la actualidad. Pero se necesitan cambios radicales, si no el futuro no será sostenible".
La jornada acabó con disturbios y agradeció ver una cara amiga cuando fui a asistirle tras su detención. Nos entendimos con la mirada: eran los primeros pasos en la defensa de nuestro particular Vanuatu.+6Soy un guacamayo escarlata. Deforestado mi hábitat, arrancado de la verde Amazonia, he acabado, cual residuo de vida, en esta sala de reuniones de un bufete de abogados estéril de afecto y de color. La soledad revuelve mi plumaje.
Debaten sobre el desarrollo sostenible, aunque están destruyendo mi hogar. Hablan de justicia, pero yo soy un migrado forzado. En ese clima de hipocresía a veces me cuesta respirar.
Observo sus disputas, sus codazos de poder, sus miradas de odio, sus miradas lascivas. La mayoría intentan hacerme repetir sus vocablos anodinos, yo les lanzo un gorjeo y observo sus sonrisas bobaliconas.
Solo una persona me cuida, me acaricia, me habla. Es la presidenta, y pronto descubro que un complot se está tejiendo sobre ella.Hoy están todos reunidos, si firma el memorándum está acabada.
Respiro hondo, doblo mi lengua y activo mi tráquea: «Firma no…, traición, traición». La rúbrica se detiene.+15Pues sí, señor, yo antes era abogado. ¡Qué tiempos aquellos! Los echo de menos. Que un cliente te planteara un caso. El reto de sacarlo adelante. Noches y noches estudiando jurisprudencia y revisando sentencias. Los nervios del día del juicio. La incertidumbre antes de que saliera publicada la sentencia. El escalofrío cuando llegaba el mensaje del procurador. El triunfo o el fracaso. Todo eso acabó. Y lo entiendo. El clima había enloquecido. No se podía respirar en las ciudades. Los vertederos no admitían ni un solo residuo más. También nosotros debíamos aportar nuestro granito de arena. La huella de carbono del sumario más sencillo era intolerable. Yo estaba convencido. Voté a favor de la justicia sostenible. El Gobierno prometió que se ocuparía de nosotros, pero ya me ve. Por lo tanto, señor, entrégueme la cartera y el móvil o tendré que pincharle con esta navajita.
+16El mundo llevó ante la justicia a la humanidad, todos apelotonados, apenas cabían en la sala.
Ya no es sostenible seguir con este ritmo de vida, dijo cansado, y cada residuo agrava aún más la situación.
Parecía increíble, pero mientras hablaba las primeras filas se gritaban echándose la culpa unos a otros, las del medio aprovechaban para hacer otra cosa y los últimos tiraban basura al suelo, en ese mismo instante, ante sus narices.
En la sala hacía calor, llovía, tronaba y te morías de frío, todo al mismo tiempo.
El clima es una pequeña alarma, dijo tosiendo, pero el problema es mucho mayor, se sentó, parecía que le costaba respirar y al instante cayó al suelo desplomado, todos se pusieron en pie alarmados. Alguno se acercó para intentar ayudarlo, pero ya era demasiado tarde.
- ¿Y ahora qué? - Dijo alguien.
Y eso fue lo último que se oyó.+11La criatura más vieja del mundo- un árbol milenario de tronco retorcido que presidía el Tribunal- abrió la vista:
- Se acusa a la Humanidad de crímenes contra la Tierra. Los humanos alteran el clima y perturban su armonía.
- Nuestra tecnología puede garantizar un desarrollo sostenible.- Alegó la Humanidad.
- ¡Demasiado tarde! Vuestros residuos han convertido el Planeta en un vertedero recalentado y pestilente, sus aguas son veneno y su atmosfera no se deja respirar.
- Los hombres podemos destruir, pero también somos artífices. La humanidad ha creado cosas bellas, excelsas: la Gioconda, la Piedad, Notre Dame.
- No tan excelsas ni bellas como las que ha creado la naturaleza: las rosas, los tigres, los corales.
- …
- La especie humana es una plaga dañina para el Planeta. Si no os extinguís destruiréis la Naturaleza y las criaturas que la habitan. Os condenamos a la extinción. Hágase justicia.+13Es de justicia que mi defendido tenga las máximas garantías para ir a un centro penitenciario donde pueda respirar aire puro y el clima sea primaveral la mayor parte del año.
Debe encontrarse en un centro con energías renovables y en un entorno sostenible y libre de cualquier residuo contaminante.
Es decir, que debe ser ingresado en una prisión que hay en una isla del Mediterráneo que es la propia institución penitenciaria y que no sea trasladado a ningún otro sitio y mucho menos por causas de proximidad familiar para conservar su integridad física. Allí podrá dedicarse al estudio de los pájaros y acabar la carrera de Biología que siempre ha sido su ilusión. Las pruebas aportadas son incriminatorias e irrefutables.
-¿Señor letrado, está seguro de que desea continuar defendiéndose a sí mismo?
-Totalmente.
-Y cómo se declara.
-Culpable.+12Sin lugar a dudas, algún sol de justicia había derretido los sesos del individuo en cuestión. Eso, o una maldad congénita. Era un pirómano, un residuo humano que se merecía una larga condena a la sombra, valga la paradoja. Un maltratador de la naturaleza al que la falta de pruebas fehacientes había librado de la cárcel. La última hazaña que se le atribuía arrasó decenas de hectáreas de un alto valor ecológico en la isla.
Detenido de nuevo, su abogado de oficio se planteó si de verdad era sostenible mantener la petición de inocencia para un tipo que había tomado por costumbre atentar contra el clima no en una, sino en múltiples ocasiones a lo largo de su vida. “Me ahogo, no puedo respirar”, fueron sus últimas palabras antes de que el destino le reservara una sentencia ejemplar.+9LA LETANÍA
DIONISIO LOPEZ GARCIA · Toledo“Si el clima debe ser sostenible, sostenible debe ser la justicia”. Con esta sentencia encabezaba Sebastián el fallo de todas sus resoluciones. Ya se tratara de un tema civil o penal, siempre comenzaba igual. Y lo hacía con la autoridad que el residuo del poder concedía a los jueces de primera instancia e instrucción.
Cuando estaba a punto de dejar de respirar en la soledad de la habitación del asilo donde fue desterrado, inmediatamente antes de su último resuello, le pregunté por tan sorprendente e inveterada costumbre. Me contestó:
“Hijo. Yo elegí ser juez. Tú abogado. Tanto en tu profesión como en la mía, conviene decir alguna gilipollez. Cuando descubras la tuya, úsala siempre. Nadie, por temor al ridículo, te cuestionará lo incomprensible”.
Seguí su consejo aunque todavía no he encontrado la memez que debo reiterar a modo de letanía plañidera. Así me va. Nunca he ganado un pleito.+12Me costó ganar el caso. Defendía a una empresa conservera que vertía residuos tóxicos al Mar Menor, causando graves daños a la flora y fauna autóctonas. Conseguí demostrar que mi cliente adoptaba un protocolo sostenible y respetuoso con el medio ambiente, y que el inestable clima murciano, unido a la dificultad de regeneración de aquellas aguas, eran los únicos responsables de su elevada contaminación.
La justicia me dio la razón, así que otras muchas empresas contrataron mis servicios, obteniendo idénticos resultados favorables.
Veinte años después, observo desde la orilla un mar putrefacto, donde cuesta respirar, donde ya nadie pesca, se baña o navega y, arrepentido, me siento obligado a confesar que trabajé arduamente, sí, pero fue el soborno a numerosos magistrados y peritos lo que me procuró la absolución.
Ahora ruego perdón al Mar agonizante, aunque sus olas cetrinas susurran que debiera adentrarme en él y acompañarlo en su muerte…+20La Tierra, grandiosa y magnífica en toda su extensión, con un clima inmejorable de todos los planetas de su galaxia, apta para que toda forma que habite en ella pueda respirar y con infinitos recursos que la hacen sostenible…
Expone:
Que tras haber sufrido continuas vejaciones, haber sido cubierta de residuos tóxicos, maltratada de continuo, ultrajada por todos sus rincones y despojada de toda dignidad. Por todo ello…
Solicita:
Que se haga justicia y se lleve a cabo un pleito a gran escala contra su agresor, el ser humano.+13—No se levante, Señoría, que volcamos.
—¿Os habéis fijado? Hay residuos por todas partes, ¡qué asco!
—Estamos como sardinas en lata, ¿de quién fue la idea de traerse también al jurado?
—Si al menos el clima fuera propicio… Esta lluvia cala hasta la médula.
—¿Seguro que esta patera es sostenible? Mira que pesamos mucho, ¿eh?
—Tengo frío, ¿alguien sabe qué hacemos aquí?
—¡Se callen, coño, que aquí no hay quien duerma!
—Alguien dijo algo de empatizar.
—Me cago en el abogado defensor y en sus grandilocuentes ideas de justicia para todos.
—No saques el pie, inconsciente, que puede haber alguna bolsa de Mercadona merodeando.
—¿Empatizar no era ponerse en el lugar del otro?
—El truco para relajarse es respirar lentamente, ommm.
—Pues venga, te cambio el sitio y nos vamos a casa ya.
—¡¡Quietos!!
—Joder con los experimentos.
—¡Eh, que nos estamos hundiendo!
—Socorrooo
—¡¡¡Ayuda!!!
—¡¿Hay alguien ahí?!
—¡!
—+14El mundo es un muladar donde rezuman todo tipo de olores nauseabundos y respirar es dificultoso. Las calles están llenas de residuos y el pillaje campea por doquier. Ante este imperio del caos, la justicia languidece y los abogados nos vemos abocados a la extinción.
Hace años el clima sufrió una metamorfosis. Las autoridades, apremiadas, elaboraron estrictas normas para un uso sostenible del agua. De poco sirvieron. El agua se agotaba y las restricciones extenuaban a la población.
El proceso a aquel muchacho fue el detonante de que todo saltara por los aires.
Lo detuvieron por beber un sorbo de un manantial prohibido. Lo sentenciaron a muerte y al ejecutarse la pena el arrebol del atardecer se torno en un incendio que ya no se detuvo...
Miro al cochambroso horizonte saboreando un vino añejo para ahogar el remordimiento por la endeble defensa que ejercí. Pobre muchacho. Pobre planeta.+14Los cincuenta y pocos no existen. Y aunque a esas edades, algunos sigan estando muy buenos, como es mi caso, todo pico por encima del medio siglo hace que sin darte cuenta hables menos de grandes proyectos y nuevas expectativas y más de mamografías y tactos rectales. Y en esa posición genu-vergonzante me encontraba, ante Mari Rosa -Dra. Colón para los no amigos-, quien me recomendaba respirar hondo y pensar en algo agradable para superar el trance. Preocupado por el mundo que van a heredar mis hijos, soñé con mares limpios de residuos plásticos, con leyes y tratados efectivos frente al cambio del clima, con tribunales especializados en justicia ambiental a los que yo acudía en bicicleta, con el desarrollo sostenible de los pueblos y hasta con minutas cobradas a primer requerimiento. Y tan placentero fue el sueño que me he convertido en un adicto a las colonoscopias.
+31Estoy nervioso, siempre me pasa antes de hablar en público. Cierro los cinco ojos. Mis recuerdos vuelan a los días de la expedición. Una hazaña arqueológica. El clima era fatal para la vida. Un residuo radiactivo casi nos impedía respirar. Entre las ruinas de un tribunal hicimos el hallazgo. Una pieza reveladora de los últimos días. Preparé el artículo científico en el viaje de regreso. Los detractores atacaron. ¿Para qué acudió a la justicia si reinaba el caos? También lo he meditado, quizás era su única arma. La lógica humana siempre ha sido un enigma. Sin embargo, el resultado de mi investigación es sostenible con el descubrimiento. Anuncian mi turno en la Conferencia de Abogados Interplanetarios. Vuelvo a la realidad. Levito hasta la tribuna. Apagan las luces, proyectan la diapositiva con el hallazgo y comienzo: «Con esta demanda un abogado intentó frenar el desastre nuclear en la Tierra».
+21Le recordó a aquel viejo expediente... en papel... ARJV tocó el documento, sorprendida, y comenzó a leerlo... Ese manifiesto de la judicatura declaraba que las vistas pasarían de rápidas a sumarísimas, para reducir el calentamiento producido por la superproducción de procedimientos del protocolo judicial. También mencionaba la interminable cohorte de secretarios, procuradores, pasantes, magistrados, jueces y abogados, residuo de un pasado individualista, que se reciclaría en un único protocolo de transmisión de datos denominado IURIS/UNIVERSIA/IP. Medidas drásticas para disminuir las emisiones nocivas generadas por casos inconclusos, sentencias arbitrarias y abusos de poder. Leyó el título del manifiesto: "Justicia sostenible" ¡No era una leyenda! Hubo una última iniciativa en aquel proceso que comenzó en 2019, con la Huelga Mundial por el Clima... Acabó el reinado del papel y gracias a los bosques la judicatura pudo respirar, suspiraron los metadatos de ARJV (Archivera-Replicante-Judicial-Virtual) mientras cerraba definitivamente el expediente "Sí hay PLANeta B".
+29Lo encontré en uno de esos lugares de clima tropical, amplia biodiversidad y costumbres ancestrales. Donde llueve a menudo y la humedad y el calor hacen que respirar se torne una acción complicada. Mi tesis doctoral sobre el desarrollo sostenible en las tribus de la Amazonia me había llevado hasta allí. Era moreno, alto, espigado. Su anciano rostro irradiaba sabiduría. Se hacía llamar “El juez”, aunque no llevaba toga y mazo sino una suerte de ornado taparrabos y arco. No en vano, se encargaba de impartir justicia en la aldea. Como cuando condenó a aquel joven a recoger todo residuo que encontrará en el poblado durante una semana y a depositarlo en el cubo que tenían habilitado para ello. ¿Su delito? Haber tirado una botella de plástico al mar. Le di mi más sincera enhorabuena. Y comprendí que, en ciertos aspectos, aquellas tribus aisladas estaban más avanzadas que nosotros.
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