Justicia amazónica
Urko Madrazo AguirreLo encontré en uno de esos lugares de clima tropical, amplia biodiversidad y costumbres ancestrales. Donde llueve a menudo y la humedad y el calor hacen que respirar se torne una acción complicada. Mi tesis doctoral sobre el desarrollo sostenible en las tribus de la Amazonia me había llevado hasta allí. Era moreno, alto, espigado. Su anciano rostro irradiaba sabiduría. Se hacía llamar “El juez”, aunque no llevaba toga y mazo sino una suerte de ornado taparrabos y arco. No en vano, se encargaba de impartir justicia en la aldea. Como cuando condenó a aquel joven a recoger todo residuo que encontrará en el poblado durante una semana y a depositarlo en el cubo que tenían habilitado para ello. ¿Su delito? Haber tirado una botella de plástico al mar. Le di mi más sincera enhorabuena. Y comprendí que, en ciertos aspectos, aquellas tribus aisladas estaban más avanzadas que nosotros.
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Sencillo, claro y con moraleja. Enhorabuena
Me alegro que te guste, ¡muchas gracias por tu comentario!
Uf, un juez con taparrabos, qué ingenioso y qué lección final tan importante.
Suertísima.
Moraleja tribal. ¡Muchísimas gracias!
En toda sociedad, hay reglas, hay Derecho. Incluso en una utópica sociedad anarquista. Ya decía Santi Romano que hasta en una banda de delincuentes hay ordenamiento jurídico.
Bien por esa Justicia amazónica, que castiga al delincuente ambiental (en los delitos debería primar lo cualitativo sobre lo cuantitativo).
Aunque a algunos el título les hará pensar que se trata de una Justicia comprada en Amazon, de la A a la Z.
Buena suerte, Urko.
Esperemos no tener que llegar a comprar la justicia por Amazon…aún. ¡Muchas gracias Manuel!