Pedro Ran Pérez

Microrrelatos publicados

  • Coartada

    –Señoría, mi cliente prefiere preservar el anonimato de su amante. Si fuese necesario, prestaría declaración de que la noche de autos la pasó con él, por lo que hace imposible su culpabilidad.
    –Y cómo explica usted que el tejido encontrado en el escenario del crimen corresponda con una camiseta encontrada en posesión de su cliente.
    –Señoría, él, dicho sea de paso, es muy solicitado laboralmente, y la noche anterior a la de autos estuvo en el lugar de los hechos con otra cliente, la cual le arrancó, producto de la pasión, un trozo de ropa.
    –Podría decirme a qué se dedica su cliente.
    –Señoría, aun a riesgo de que le reste credibilidad, le diré que mi cliente es gigoló.
    Se escucharon risas. Mientras, la esposa del juez, con visibles muestras de nerviosismo, rezaba porque no le obligara a revelar el nombre de la cliente que pasó esa noche con él.

    | Octubre 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 10

  • Se sirve bien fría

    Cuando entró al despacho solicitando mis servicios, inmediatamente me llegó el olor a problemas que desprendía. De forma atropellada empezó a intentar hacerse entender sobre el motivo que lo traía aquí. Al minuto de estar sentado ya no podía centrarme en lo que me explicaba porque le había reconocido: era el dueño de la empresa encargada de construir un bloque de pisos en pleno casco urbano donde se encontraba la vivienda que adquirieron mis padres con todos sus ahorros. Esa que se vino abajo por usar material de baja calidad, llevándose por delante a mis progenitores y obligándome a mí a convertirme en resiliente. Todas las familias implicadas intentamos que acabara en prisión, pero tenía buenos contactos que archivaron el caso solamente con el cierre de la empresa y su inhabilitación. ¿Cómo un hombre tan bien relacionado puede tener tan mala memoria?, pienso mientras saco mi pistola del cajón.

    | Marzo 2021
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 9

  • Remordimientos

    Cuando empecé a trabajar, mi única motivación era proteger a los que lo necesitaran; por ello me hice abogado de oficio. Luego, cuando mi salud se vio mermada, intentando conseguir ingresos extras que me ayudaran a paliar mi sufrimiento, decidí aceptar la oferta que aquellos hombres me hicieron al saber de mi acceso a todos los expedientes de recalificaciones de la ciudad. Mi única función era vigilar las ofertas que las empresas hacían y pasarles a ellos la información. No parecía tan grave, pero sabía que estaba cometiendo un delito y que no actuaba conforme a mi conciencia me dictaba. Eso me ha reconcomido todos estos años aunque mi enfermedad fuera más llevadera gracias al sobresueldo. Ahora, con el inexorable paso de la edad pienso que nunca debí hacerlo; mientras juego con el vacío bote de cianuro con el que he aderezado el café que acabo de tomarme.

    | Octubre 2020
     Participante
     Votos recibidos por la Comunidad: 7