Imagen de perfilEl regalo

Ivan Humanes Bespín 

Nadie sabe cómo llegó hasta aquí, pero el consejo decidió acoger al abogado. Los sabios le ayudaron a construir su vivienda, le dieron un caballo y semillas. También le enseñaron a ser resiliente, a buscar material en nuestras tierras y a hacer tejados de paja. Él, tan urbano, aseguraba que su barco naufragó, y que por eso él en nuestras costas inhóspitas. En algún momento recelamos, sí. Sobre todo cuando se desmayó al ver nuestros dragones. Pero comprendimos que eso no formaba parte de su mundo. Y de ahí su extrañeza. Nos aclaró partes oscuras de nuestras normas ancestrales. Le dimos el conocimiento para que su mundo fuese mejor. Y lloramos su marcha. Él era, en el fondo, de ese otro lugar. Y no pudimos resistirnos a regalarle un huevo de dragón. Lo escondimos en su nueva canoa. Y es que somos un pueblo altruista: la sorpresa es nuestro motor.

 

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