Jesús Francés Dueñas
Microrrelatos publicados
Vocación frustrada
Yo era el tipo que hacía los dibujos en los juicios, cuando los medios de comunicación no podían asistir con sus cámaras. Ahí es donde, gracias a mi verdadera vocación, sacaba todo mi arsenal de imaginación pictórica y retrataba a los asistentes con una mezcla de realismo indiscutible pero aderezado con unos cuantos detalles inventados para hacer más artístico el conjunto final. Endulzaba con mi pincelada el rostro duro del abogado de la defensa o aprovechaba la orientación de la luz del sol que entraba por las ventanas para enfatizar los rasgos siniestros del fiscal de turno. Pero siempre el reo era el beneficiario de mis inocentes retoques y le asignaba atributos que no le correspondían, como una mirada dulce para hacerle parecer vulnerable. Hasta que un día me dijeron, señor juez, que era más apropiado que yo me dedicara a dictar sentencia y no a hacer dibujitos tendenciosos.
| Julio 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 27Defensa apasionada del gotelé.
Cuarenta años atrás mi padre había empezado en un cuchitril a las afueras. Cuarenta años después el despacho que había heredado de mi padre estaba en pleno distrito financiero, donde la pujante industria de la decoración exclusivista había decidido invertir en la producción en serie de asépticos espacios domotizados y frías oficinas como quirófanos en su estética posmoderna de tanatorio, con cuadros abstractos y feos sin arriba ni abajo, todo con la insana intención de aturullar y empequeñecer al cliente medio. Yo sin embargo, siguiendo la estela de mi padre y queriendo honrar la memoria kitsch de su desarrollista estilo, en un alarde clarividente de adaptación a los nuevos tiempos, hacía pasar a mi cliente a un espacio de recogimiento donde de nuevo se sintiera como en casa, acogido por la magia doméstica de cuadros con escenas de caza y batallas navales e hipnotizado por el discreto encanto del gotelé.
| Mayo 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 3Transbordo
Era nuevo en Madrid. Mis allegados me habían avisado sobre la carestía de la vivienda, sin tiempo material para la conciliación, de mi falta experiencia en territorio urbano, de la imposibilidad de construir un proyecto de vida en esta monstruosa ciudad... pero ¿qué quieres que te diga? yo me siento feliz aquí, he llegado a ser resiliente, las adversidades me han curtido contra los reveses de la vida. Llegué pisando fuerte con la única perspectiva de formar parte del bufete de abogados más rutilante de la ciudad y tan solo un puñado de consejos sinceros de mi familia y mírame ahora, tampoco se está tan mal atrapado para siempre en el vórtice espaciotemporal que existe entre las líneas 4 y 6 del metro. Porque de lo que no me advirtieron es de que jamás, bajo ningún concepto, tomara el transbordo de Diego de León.
| Marzo 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 2Sine die
Pasada ya la dulce apacibilidad del otoño amable, curados en salud de la melancolía y los tópicos amarillos, marrones y ocres de las hojas caídas, previendo lo que nos esperaba justo antes de la llegada de las primeras nieves invernales, cerramos a cal y canto puertas y ventanas para proteger nuestra vida de pasiones postreras en esta última edad en la que rememoramos distraídos antiguas películas de abogados infalibles. Bloqueamos el acceso a la casa con viejos tomos de códigos civiles obsoletos, vetustos expedientes de casos prescritos y montañas de legajos de aplazamientos y apelaciones. Tan solo nos queda ya vigilar de reojo por la ventana que la jueza pálida, de toga negrísima y mazo terrible, retrase al máximo la sentencia inaplazable.
| Octubre 2020
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 6ATENAS Y ESPARTA
Corría el rumor de que esa joven jueza de escuela ateniense recién llegada, traía un estilo tan revolucionario e innovador que era capaz de dictar sentencia en forma de poesía, mientras que yo, criado en la doctrina oficial del academicismo más puro a este lado de la jurisprudencia, siendo el prosélito más creyente en la quintaesencia de la educación espartana, el alumno aventajado de los juristas más implacables, fiscal feroz cuya pasión era leer y releer los procesos del Santo Oficio, árido orador que hacía morir de aburrimiento literalmente la esperanza del acusado de ser tratado con equidad, en realidad bebía los vientos por su señoría. Como me faltaba el valor para confesarle cuánto me atraía su forma de imponer orden en la sala, incurrí por cobardía en delito de dejación para poder por fin escuchar de sus propios labios los versos más tristes esta noche en versión sentencia ejemplarizante.
| Septiembre 2020
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 2