XIV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilTiempos modernos

RAFAEL LAPIEDRA MESEGUER 

Faltaban escasos minutos. Los nervios seguían presentes desde el mismo momento en que me asignaron el juicio por un delito leve. Mi primera actuación en sala… virtual. Nuevos tiempos. Qué pena, me hubiera gustado lucir mi nueva toga por los pasillos del Juzgado. Tocaba hacer revisión: buena iluminación; conexión a internet funcionando… hasta había aceptado todas las cookies. Mi instructa, en la pared, cual teleprónter. Ojalá no se escuchen las obras del vecino, o el gorjeo del pájaro de Concha a través del patio de luces. Empezamos, y los nervios dan paso a un convencimiento personal: este es mi lugar. Tras ventilar los protocolarios saludos, empiezo a regar la sala con mis mejores argumentos jurídicos, en el marco de una determinada, aunque limitada, comunicación no verbal. Este caso es mío. A través del monitor miro a los presentes, estupefactos, cuando el Juez interrumpe mi alegato: -Letrado, tiene puesto el mute.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilRevancha

laura pilato rodríguez 

Cada nochevieja tengo que aguantar las majaderías del impresentable de mi cuñado. Dice que no es nada personal, pero se dedica a despotricar contra los abogados y alardea de que hay que ser un tipo listo para cometer un delito y que no te pillen. Reconoce que defrauda a Hacienda, hace contratos ilegales, y me llama " pájaro de mal agüero" cuando le digo que cualquier día acabará en la cárcel. Después de regar el asado con abundante vino, brindar con cava y rematar con unos chupitos, le aconsejé que no cogiera el coche. Apoyado en el marco de la puerta, me llamó timorato, pusilánime, y algunas lindezas más. Un colega me acaba de avisar de que le han detenido. Conducción temeraria, retirada de carné, pena de prisión... Llevo un rato frotándome las manos y esperando a que suene el teléfono.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilEl reincidente

    Antonia Rico Soliveres 

    Parecía increíble que regar las plantas fuera un delito. Y más aún que la pena impuesta fuera cuidar de un pájaro. Pero en el marco de aquella mini sociedad que se había creado así era.
    Carlos, el abogado defensor, tuvo que batallar muy duro para conseguir esa sentencia.
    En aquella sociedad el fin era cuidar el entorno y por eso regar las plantas tanto como había hecho su cliente, hasta ahogarlas, tenía que ser castigado ayudando a sobrevivir a otro ser vivo.
    Eladio, que así se llamaba el infractor, tendría que cuidar de un periquito que otro vecino había pisado sin querer y que tenía un ala rota.
    Ahora Carlos tenía miedo de que Eladio quisiera cuidar tanto del periquito que se pasara de frenada como había hecho con las plantas. Porque acababa de enterarse que lo del riego de las plantas era la pena impuesta en un juicio anterior.

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  • Imagen de perfilCONCIENCIA

    ELENA BETHENCOURT 

    Su defendido ha sido absuelto de todos los cargos. Ahora que ha ganado este difícil caso, nadie dudará de que es el mejor. Ha hecho un trabajo impecable, por supuesto dentro del marco de la legalidad. Todos le felicitan y celebran esta victoria que le encumbrará a lo más alto de su profesión.
    Es hora de volver a casa, sentarse a leer tranquilo como siempre tras regar las flores blancas que adornan su inmaculado salón. Sin embargo, todo lo que quiere es quitarse las penas, volar como un pájaro, dar volteretas por su paz interior como antes.
    Se ducha mil veces, se frota con la esperanza de que la culpa desaparezca por el desagüe como el agua y el jabón.
    Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, una muchacha comete el delito de andar sola por una calle oscura. No sabe que acaban de dejar libre a un violador.

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  • Imagen de perfilALAS

    Rosalía Guerrero Jordán 

    Crecí con la pena de ver a mi madre regar con sus lágrimas mi infancia. Siempre intentando esconder la soledad en una alacena, esquivando los golpes que daba mi padre en la puerta del dormitorio hasta hacer saltar el marco.
    Mi madre, cuyo único delito fue haberse enamorado del hombre equivocado, no encontró a tiempo el camino para salir ilesa del laberinto.
    Mi madre, que como no pudo ser pájaro y echar a volar cosió alas a mi espalda para que volara yo.
    Me la encuentro cada día en la mirada asustada de otras mujeres, a las que ayudo a escapar de sus verdugos. Y con cada orden de alejamiento, con cada agresor condenado, con cada niño que vuelve a sonreír al desvanecerse sus pesadillas, siento que yo también les voy cosiendo alas.

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  • Imagen de perfilEL HOMBRE DE PAJA

    Ernesto Ortega garrido 

    Ya solo me daban los delitos más insignificantes y los casos que nadie aceptaba. Así que decidí jubilarme, irme al campo y cambiar la abogacía por la agricultura. Ahora la vida trascurre tranquila, en un marco incomparable que no tiene nada que ver con el del despacho, donde el trabajo había adquirido un ritmo que mi salud ya no podía soportar, teniendo que competir con jóvenes ambiciosos. Pero aquí el trabajo es más duro de lo que imaginaba. Sembrar, regar, quitar las malas hierbas, para que luego los pájaros me acaben arruinando la cosecha. Por eso, he tenido que volver a usar la toga y el birrete. Cada mañana, cuando me veo en medio de la huerta, inmóvil, vigilando la cosecha, tan impecable y elegante, ni siento pena ni añoro el bufete. Por fin, he descubierto mi verdadera vocación. Siempre fui un hombre de paja.

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  • Imagen de perfilACHICANDO MIEDOS

    Yolanda Nava Miguélez 

    El mar anda revuelto y la frágil embarcación es como un pájaro en medio de un tornado. Yamila aprieta a su hijo contra su pecho, piel con piel, miedo con miedo. El tipo que hizo el trato con ellos les prometió que todo iría bien, que el viaje era seguro y ahora ve a su marido achicando agua mientras ella coloca con la mano que le queda libre la bolsa sobre su cabeza. Vale la pena ponerla a salvo. Cuando tomen tierra todo cambiará, se repite mientras visualiza su nueva vida. Se ve tranquila, su hijo duerme, ella riega las macetas y su esposo lucha en el juzgado contra los delitos derivados de la inmigración ilegal. Por eso es tan importante proteger el título de abogado que está dentro de la bolsa, lucirá hermoso dentro de un marco dorado en el despacho que Bahir montará en su nuevo hogar.

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  • Imagen de perfilSobrevivir

    María Jesús Gómez López 

    Sobrevivo escondido en esta casita en medio del campo. Yo sólo. Paso el tiempo leyendo, escribiendo. Me ocupo de regar las plantas, la huerta...
    Yo era feliz hasta que apareció aquel personaje en mi despacho, ¡vaya pájaro! Muy conocido, millonario en dinero y en actividades un tanto turbias, no entendí como me había elegido a mí, sin experiencia para llevar ese caso, disponiendo de un prestigioso bufete trabajando solo para él. Zafio, mal educado, se rio a carcajadas de un cartel con un marco dorado que presidía mi despacho "No hay delito sin falta". A pesar de todo le acepté como cliente y ganamos el recurso (una multa de tráfico).
    Ganamos, pero a raiz de mis investigaciones para esclarecer el caso descubrí demasiados asuntos "extraños" que saqué a la luz y por ellos está en prisión cumpliendo esas penas de las que tanto se reía.

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  • Imagen de perfilVALOR Y VALENTÍA

    Sofía García-Ollauri Antolín 

    Borges decía que había cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No había sido feliz. Yo había cometido el peor de los delitos que una mujer puede cometer: me había rendido. Tras numerosos años como letrada en despachos internacionales decidí, con pena, abandonar la abogacía tras acumular decepciones de compañeros en la brutal lucha sin cuartel a la sociatura. Reemplacé la abogacía con la fotografía. Disfruté fotografiando paisajes y pájaros y me dio tiempo a cultivar y regar mi jardín, pero no era feliz. En el marco de mi lucha contra el “perro negro”, lo miré de frente y decidí sacarlo de mi vida. Cambié “hunos” pájaros por “hotros” y fiché por un despacho de abogados. Las jornadas extenuantes y el estrés se dan por descontado, pero mis padres me engendraron para la profesión más
    arriesgada y hermosa de la vida. Me legaron valor. Seré valiente.

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  • Imagen de perfilY UN SANTO RECUPERÓ SUS ALAS

    Modes Lobato Marcos 

    Era un cuadro sin marco protector. Un inocente cuyo delito fue nacer pobre y tomarse la justicia por su mano.
    Por eso me convertí en su abogado.
    Y cuando lo visitaba en prisión y le hablaba de recurrir la sentencia, él sonreía con pena y, por enésima vez, me decía que echaba de menos a su pájaro amaestrado.
    Y aunque siempre traté de regar su corazón con palabras de esperanza, su decisión era firme.
    Y es que hay personas que no pueden vivir enjauladas, y necesitan volar en libertad.
    Por eso anoche se ahorcó en el interior de su celda.
    Y ahora deseo que sea feliz, caminando por un monte infinito.
    Y ojalá se haya reencontrado con su "milana bonita".

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  • Imagen de perfilPreparando oposiciones

    Eloy Serrano Barroso 

    Estoy preparándome las oposiciones a magistrado. Es una rutina desesperante, aislado del mundo, y ese obsesivo regar la cabeza con chorros de lenguaje jurídico. Decidí entonces comprarme un loro. Pensé que con su capacidad para reproducir los sonidos que escucha, me haría más compañía que cualquier otro pájaro. Y como acostumbro a leer las lecciones en voz alta, en el salón de la casa de campo familiar, es allí donde el loro, fuera de la jaula, encaramado al marco del retrato del abuelo —ilustre jurista—, sigue atentamente mis declamaciones, dando cabezadas que parecen de asentimiento. Pronto fue capaz de pronunciar palabras como: delito, arrendatario, pena… Incluso se atreve con ¡USUCAPIÓN!, y parece que me está insultando. Pero más sorprendente, y temible, es cuando ha empezado a repetir no lo que digo, sino lo que pienso: “tu novia te va a dejar”, “vas a suspender, vas a suspender…”

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  • Imagen de perfilCaptadas por las redes

    Maria Navedo Saurina 

    No le tembló el pulso cuando firmó la orden judicial para la entrada en domicilio. Su fama le había precedido durante su carrera pero nunca sospechó que le daría fin con la instrucción de semejante delito. Su rostro mudó por completo cuando le mostramos lo que había detrás de aquella puerta…¡Él, que creía haberlo visto casi todo! Visualizó lo que eran falsas promesas truncadas sobre camastros. Por un momento se sintió impotente para compensar tanta ruina moral, con un marco legal demasiado estrecho para imponer la pena que se merecían los malhechores. Las chicas liberadas tendrían la edad de sus nietas...podrían haber sido ellas. Todas temblaban asustadas como pájaros cuando les tomaron declaración. Con su última decisión confiaba que les aguardara un futuro mejor. Al fin y al cabo, qué es la esperanza sino "regar flores marchitas".

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  • Imagen de perfilIMPRESCRIPTIBLE

    CARMEN ANDREY MARTIN 

    Misma mesa, mismo bar, desde hace treinta años. Amanece, acaban de regar las calles.

    Soy abogado. Creía que por vocación, pero últimamente dudo de mi papel. Mi toga raída ya no es impermeable a las condenas por delito, añoro los días en que mi único método de consulta del marco legal o pena aplicable era mi propia memoria y ahora, al leer, las letras se empiezan a pegar unas a otras. Era joven. Soy viejo. ¡Qué pena no poder pedir que se retrotraigan las actuaciones!

    Un pájaro detiene el vuelo posándose en mi silla. Capto la señal, quiere el relevo. Apuro el café, dejo unas monedas y me levanto, dispuesto a calzarme la toga de nuevo. Emprendo la marcha hacia el juzgado, con la misma rapidez que derrocha nuestra justicia.

    El símil resulta, de repente, verdaderamente alentador. Si ella es imperecedera, ¿por qué voy a estar yo fuera de plazo?

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  • Imagen de perfilPájaro ganador

    Diego García González · Lugo 

    Absorto, contemplaba aquel desgastado y desvencijado pájaro. Respondía a Bundesadler, cuarenta y tantos, cinco gramos de peso y color plateado. Lo sabía todo acerca de él, no en vano había sido el equipaje de incalculable valor que le acompaño en su decisivo viaje. En esta ocasión, aparte de talismán, elemento esencial de su alegato, los cuales solía regar con alguna anécdota -gana el mejor relato, no la mejor argumentación jurídica- decía con frecuencia.
    Sr. Schmidt, su turno- dijo el juez.
    El Sr. Sharif y yo compartimos delito. Saltamos un muro en busca de un futuro, Berlín o Melilla es indiferente. La pena, muerte y olvido. La suya cumplida y la mía pendiente de ejecución.- Dijo con voz entrecortada al tiempo que mostraba aquel viejo marco alemán con una bala incrustada.- En sus manos, la impunidad de tal acto– Observó el gesto compungido del juez, sin duda, caso ganado.

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  • Imagen de perfilJugando a serpientes y escaleras

    José Ignacio Rodríguez García 

    Elegí estudiar Derecho y la vida abrió sus posibilidades para mí como la higuera de Sylvia Plath. En el marco de mi arrogancia imaginé que ascendería rápido por las escaleras de la existencia, si bien por el camino encontré serpientes que aplazaron mi sueño. Pero logré colegiarme y, del mismo modo, trabajar como abogado tampoco resultó sencillo: empleos como becario, turnos de oficio, noches sepultado bajo papeles por algún delito menor… en muchas ocasiones pensé que en esta profesión las alegrías no merecían la pena. Pero con tesón, logré abrir mi propio bufete. En ese punto las serpientes de las deudas amenazaron con devorar a este pájaro que empezaba a volar, no obstante, peldaño a peldaño, escalera a escalera, pude regar mi higuera y alzarme sobre el desaliento. Ahora aprendí a aceptar los subibajas y no ambiciono alcanzar la casilla número cien. En abogacía, el secreto reside en seguir jugando.

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  • Imagen de perfilMatar un ruiseñor

    MANUEL BURGOS TOIMIL 

    Comenzaba a regar el jardín de mi casa, cuando un pájaro acertó a posarse en el marco de la ventana. Era un ave majestuosa, de trino cautivador, que endulzaba mis sombríos pensamientos, y medité con qué pena debería ser castigado el que cometiera el delito de “matar un ruiseñor”. Ya lo decía Atticus “matar ruiseñores, que solo cantan y no hacen daño, es un acto malvado”.
    Y es que no puedo evitar recordar la película a la que me refiero en el título de este microrrelato, y de cómo, bien por acción u omisión, somos culpables de tanta injusticia, sin que el canto de un improvisado caruso o la sonrisa de un niño, enternezcan nuestro duro corazón
    Por ello, me identifico con Atticus, el protagonista de tan entrañable cinta, que también era abogado.

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  • Imagen de perfilEl derecho natural

    Cristina Griéguez Álvarez 

    Empezaba la primavera. El sol resplandecía más que nunca, tanto que sentí que me llamaba desde el jardín. Dejé los libros y salí. Me puse a regar mis plantitas. Un pájaro se posó en uno de los naranjos en flor y me cautivó con su canto. Vinieron más a hacerle los coros.

    De repente, me vi en un cuadro y era mi abuelo quien estaba al otro lado del marco, con su pincel en la mano; la brisa me susurró su nombre. Debía volver al estudio, pero no me apetecía entrar. Una pena me invadía el alma…

    ¿Por qué la gente comete delitos contra la naturaleza? ¿Por qué atentar contra ellos mismos? Entonces lo entendí y antes de darme cuenta, me encontraba en mi escritorio, metida en mis libros de derecho: como abogada verde tendría las armas para defender la vida que mi abuelo amaba y me enseñó a amar.

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  • Imagen de perfilA vista de pájaro

    Ander Balzategi Juldain 

    Probablemente fuese mi afición a la ornitología la que me llevó a bautizarlos con nombres de pájaros. El mundo de las aves ofrece una diversidad inagotable de personalidades. Inauguré el inventario con la Urraca, una abogada ladrona que me robó un caso muy goloso nada más entré a trabajar en la firma. Estaba el Cuco, un pícaro que solía entrar en los despachos a regar las plantas con oscuros propósitos, el Loro, un pelota insufrible que repetía todo lo que decía el jefe, o el halcón, el abogado más admirado y resolutivo de la firma. El mandamás era el Águila, que se puso hecho un basilisco cuando se descubrió el delito que vinculaba al despacho con un entramado de evasión fiscal. El marco apropiado para que el Buitre, un fiscal anticorrupción, despedazase los restos sin pena ni gloria. Y todo destapado por mí, el infiltrado, el Jilguero Cantarín.

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  • Imagen de perfilEl Consejo

    Juan Enrique Arredondo Barrientos 

    Visité a mi abuelo para pedirle consejo, el es una leyenda de la abogacía y experto en llevar causas difíciles. Le compartí con detalle lo referente a un caso que me quitaba el sueño. Seguro estaba yo que mi cliente era inocente y que no debía pagar una pena por un delito que no cometió, pero que antes debía demostrarlo. Sonriente me respondió: —¡Debes alimentar al pájaro, regar las flores y limpiar el marco de la ventana! Sorprendido por la inusual respuesta, le dije que haría lo que me pidiera, pero que primero necesitaba su consejo. —Cuidar y limpiar, ese es mi consejo. Si es inocente y cuidas de los detalles, aunque estos te parezcan triviales, encontrarás la manera de limpiar su nombre. —sentenció. Ese día, aprendí dos cosas. Que para hacer lo justo, ningún detalle debe subestimarse y también que el vinagre con agua es bueno para quitar manchas.

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  • Imagen de perfilAnimalico…

    Mónica Llanos Jiménez 

    El nuevo marco legal ha cambiado la foto de familia y mi despacho parece más una consulta veterinaria. Un matrimonio con tres gatos solicita el título de «numerosa». Pretenden así: deducción en IRPF, bonificación del IBI e impuesto de matriculación. A nada que las criaturas pongan ojitos, la resolución será estimatoria.

    ─¡Siguiente!

    La disputa por la pensión alimenticia trae cola. Los cachorros se lanzan sobre el escritorio a morderlo todo, prueba irrefutable de que libros y material escolar deben incluirse en la misma durante dos años perrunos.

    ─¡Adelante!

    El loro denuncia estrangulamiento. Su tutor manifiesta suplantación de identidad y una pena que no le corresponde. ¿El delito? De acoso; por silbar y lanzar piropos desde la ventana. Amén de un pufo serio en criptopapayas.

    Ahora, para pájaro, el del cactus. Recoge firmas por una Ley de Bienestar Vegetal. Reclama ayudas para cuidadores, porque oye, alguien los tiene que regar...

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  • Imagen de perfilJusticia de género

    Alejandro Martín Tamhazián Garat 

    Toc toc. ¿Quién ahora? Una elegante abogada traspasa el marco de la puerta; parece buena persona. La veo charlar con el dueño. Otra vez escucho la historia. Que los niños debieron quedarse con su abuela. Que María tuvo que dejarme aquí porque en el refugio no podía tenerme.
    Y ese pájaro hablador que me ha tocado de vecino. No hay que regar las penas, me dice. Sé que le doy lástima.
    Pienso, mientras la mujer me acomoda en la parte de atrás, en mi destino final. Ruge el motor. Se da vuelta, me mira dulcemente mientras me acaricia. Repite contenta que pronto estaré con María, que ella está bien, que se ha recuperado de los golpes. Que el hombre malo ya tiene pena, porque pegarle a una mujer es un delito. Y arranca.
    Pletórica de felicidad, no dejo de mover la cola y de ladrar por la ventanilla.

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  • Imagen de perfilSala de vistas

    Juan Antonio Suárez Merino 

    Otro día más. Empiezo a oír movimiento en el edificio. Alguien silba la canción del momento. Suena una llave. Gira la cerradura. Se abre la puerta. La encargada de mantenimiento limpia el marco del cuadro del Rey que preside el estrado. No se olvida de regar las pocas plantas que hay debajo de la ventana, mientras un pájaro se posa, cantando, en el alféizar de la misma. Ya está todo preparado. Un juicio va a ocupar toda la mañana. Pronto empezará el trasiego de abogados, togas, negociaciones con el fiscal, delitos, penas, cuestiones previas, interrogatorios a los acusados, declaraciones, periciales, alegato final del Ministerio Público y de los letrados de las partes y la frase final que pronunciará Su Señoría:"queda el juicio visto para sentencia, las partes pueden abandonar la sala" . Hoy terminaré cansada, ya lo creo, pero satisfecha de haber cumplido mi función como sala de vistas.

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  • Imagen de perfilPASAR A MEJOR VIDA. O NO

    Margarita del Brezo 

    Me disponía a regar mi árbol del paraíso con agua recién exprimida de una nube cuando los pájaros dieron la voz de alarma. Lo dejé todo y salí volando. Tanta prisa llevaba que a punto estuvo de atropellarme un avión. Tardé unos segundos en recomponerme del susto y casi no llego a tiempo de ver cómo centenares de almas en pena saltaban la valla y conseguían entrar. Presentaban heridas de diversa índole y consideración, jadeaban por el esfuerzo y apenas podían sostenerse en pie. Pero en cuanto San Pedro cogió las llaves que colgaban de su cinturón y abrió las puertas para devolverlas, comenzaron a implorar piedad con fuerzas renovadas. Habían cometido un delito de allanamiento, según el marco legal vigente en el cielo desde hacía una eternidad.
    —Eh, alto ahí —grité—, soy abogada.
    Y aquí estoy, con el argumentario preparado, esperando que llegue el día del juicio final.

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  • Imagen de perfilNO A LA PIROTECNIA

    José Manuel Maguilla Luna 

    Teníamos que reconciliarnos con la naturaleza en el marco de aquel edén. Nuestro delito había sido lanzar un montón de cohetes y petardos para celebrar la llegada del nuevo año. En mitad del campo. Solo por diversión. Sin pensar en el daño ocasionado a las personas con problemas sensoriales, los niños autistas, los perros, los pájaros y todos aquellos seres indefensos que habitaban aquella floresta…
    Nos denunciaron. Nos llevaron a juicio. Querían que pagáramos prestando servicios a la comunidad. Nuestro abogado pretendía rebajar la pena, pero la jueza fue tajante en su veredicto: “Tendrán que cuidar el bosque todo el año, regar las plantas cuando lo necesiten, con el agua de color esmeralda y jade de la laguna, no molestar a los animales y prometer no importunar jamás con la pirotecnia la paz que se respira en ese paraíso”.

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  • Imagen de perfilSueños

    Marta Trutxuelo García 

    Me declaro culpable. ¿Mi delito? Tener un sueño y no perseguirlo. Pasé demasiado tiempo encerrado, como una fotografía en un viejo marco. Tardes perdidas sin ti, sin los niños, en silencio, dedicado a pulir esa jaula dorada, mi bufete, entregado a satisfacer demandas de empresas tan grandes como frías, mientras olvidaba regar mis ilusiones y las de quienes realmente importan. ¿Mi mayor pena? No haber dicho antes basta. Pero hoy lo haré. Hoy, en esta plaza, contigo y nuestros dos diablillos, con vuestras manos que bailan entre aplausos y mis palmas volando entre timbales, con otra toga de mil colores, como la del extranjero de tez oscura y voz cálida que me acompaña. Él, profesor y músico. Yo, abogado de la oficina del refugiado. Ambos compartimos un sueño, ambos somos como el pájaro que abandona su jaula para emprender una nueva vida, sin silencios, bajo la ley de nuevos ritmos.

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  • Imagen de perfilVuelo libre

    Carmen LLopis Fabra 

    No siempre es fácil defender a un cliente. Asumimos que nos dice toda la verdad pero en el fondo dudamos. Delito tras delito, pena tras pena, asumimos verdades a medias y luchamos por una defensa justa. A veces es como regar una planta, no sabemos si nos estamos pasando o no con el agua, pero es nuestra obligación moral no abandonarla. Y las dos caras de la verdad pugnarán en un duelo donde la sentencia marcará un cruce de caminos: la cárcel o la libertad. Y siguiendo el ciclo de la vida el invierno dará paso a la primavera y el pájaro de la libertad abrirá un hueco con un trozo de hueso en el marco de la ventana de la celda y volará en busca de su destino si antes no es detenido porque tiene narices intentar escaparse treinta días antes del cumplimiento de la condena.

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  • Imagen de perfilConfinado

    Laura Sotelo 

    Llevo cinco días dando vueltas en esta habitación como un alma en pena. Hasta los langostinos me los he comido con la única compañía de los pájaros, que desde el marco de la ventana, me observaban con curiosidad.
    El despacho cerrado, los juicios suspendidos, y el teléfono que no para de sonar. Incluso la anciana que sale a regar sus plantas me mira con lástima.
    -¿ El bicho?- me preguntó ayer desde su balcón. Yo asentí con la cabeza y ella, sonriendo, remató - Que injusto, que le hayan encerrado sin cometer ningún delito ¿Verdad?-
    Después de aquellas palabras no puedo dejar de pensar si, en mis veinte años de ejercicio, habré metido en la cárcel a algún inocente...

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  • Imagen de perfilRevancha

    laura pilato rodríguez 

    Cada nochevieja tengo que aguantar las majaderías del impresentable de mi cuñado. Dice que no es nada personal, pero se dedica a despotricar contra los abogados y alardea de que hay que ser un tipo listo para cometer un delito y que no te pillen. Reconoce que defrauda a Hacienda, hace contratos ilegales, y me llama " pájaro de mal agüero" cuando le digo que cualquier día acabará en la cárcel.
    Después de regar el asado con abundante vino, brindar con cava y rematar con unos chupitos, le aconsejé que no cogiera el coche. Apoyado en el marco de la puerta, me llamó timorato, pusilánime, y algunas lindezas más.
    Un colega me acaba de avisar de que le han detenido. Conducción temeraria, retirada de carné, pena de prisión...
    Llevo un rato frotándome las manos y esperando a que suene el teléfono.

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  • Imagen de perfilConfieso que voy a vivir ( Neruda)

    Alejandra Rusell Giráldez 

    Cada mañana antes de entrar en mi despacho me deleito con el trinar del pájaro del vecino que me saluda desde el marco de la ventana. Después me aflojo la corbata, abro el cajón y cojo los cuadernos custodiados bajo llave. Con el pulso firme que años de psicólogo me ha costado, escribo otro motivo por el que debo olvidarte. Cada motivo en una hoja, cada día un motivo. Llevo ocho años y varios cuadernos.
    Releo algunos al azar y los ratifico a golpe de "subrayador ". ( Motivo 30: me juraste que nos haríamos viejitos juntos y nuestras togas servirían de disfraz para entretener a nuestros futuros nietos). Mentirosa, delito grave. Si fuese juez te impondría una buena pena.
    Gracias a la suma de motivos ya puedo ir a regar las plantas que presiden tu tumba y quizás, sólo quizás, te contaré cómo me ha ido estos años.

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  • Imagen de perfilEL CONFIDENTE

    ZIGOR EGUIA LEJARDI 

    Por fin se terminaron mis penurias; me acaban de nombrar abogado del año. Mi foto, dentro de un bonito marco de madera de roble, colgada en la pared. Debajo de ella, el lema que me ha acompañado siempre: “No hay delito ni pena sin ley previa”.

    He conseguido las pruebas necesarias para llevar a los tribunales al cabecilla de la mayor trama de corrupción política de los últimos años. Mis compañeros de bufete deben estar preguntándose quien es mi confidente, y cómo ha conseguido la información de los sobornos y las escuchas ilegales.

    Sin duda, fue todo un acierto amaestrar aquel bonito loro que compré en mi último viaje a Brasil, el cual es capaz de introducirse sigilosamente en cualquier lugar, escuchar lo que se dice, y después volver donde mí para repetírmelo con todo detalle. Con esta maravilla de pájaro, nunca más volveré a regar flores en el desierto.

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  • Imagen de perfilEl ilustrador de tribunales (A vuelapluma)

    David Villar Cembellín 

    Era una fría mañana de enero y el ilustrador dibujaba la sala judicial a vuelapluma. Con trazo marrón creó un marco y luego salpicó el papel con pequeños asperges que conferían fondo a la pintura. El dibujante se sentía poseído mientras su mano delineaba arcos para representar al tribunal a vuelapluma. Los tonos blancos zigzagueaban con los negros para bosquejar al reo, las acuarelas rosas herían a las grises prefigurando el delito cometido. Bajo sus dedos nerviosos, el fiscal parecía poseer el gesto inquisitivo de un pájaro. En ese punto, decidió regar la pintura con diálogos, inmortalizando a los presentes en el momento justo de hablar. Sin embargo, faltaba algo. A vuelapluma, el ilustrador incorporó luz y coloreó un haz que atravesara el dibujo, pero éste perseveraba en lucir con una pátina oscura. No había manera. Como un borrón siniestro, sobrevolaba una pena. No existía barniz que ocultara tanta culpabilidad.

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