JUAN PEDRO AGÜERA ORTEGA
Microrrelatos publicados
Perseguido
Disparos en la calle. Venían a por él. Otra vez debía afrontar la persecución, pero nunca habían estado tan cerca. Recogió los documentos y los guardó en su ajado maletín, aquel que tantas veces lo acompañó a los juzgados. Se embutió la gabardina gris y salió por una ventana lateral del despacho. Mucho habían tardado...
Había ejercido como abogado algún tiempo sin que descubrieran su pasado. Durante ese efímero periplo había recopilado suficiente información sobre las ejecuciones sumarias, los juicios sin defensa y las demás injusticias cometidas por el régimen. Debía proteger aquella memoria de la infamia y llevarla a la frontera. Si nadie denunciaba aquellas atrocidades ante el tribunal internacional, jamás se acabaría con el exterminio que se estaba produciendo a golpe de decreto militar.
Recorrió las oscuras calles ignorando el toque de queda. Subió al coche que lo sacaría del país... más los disparos anticiparon su huida...| Febrero 2024
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 6El retorno
El olor a lavanda inunda la estancia. Desde la ventana, veo a mis hijos corretear por el prado. Madre les regaña, como si fuesen sus hijos. Me recuerda cuando me obligaba a estudiar y me decía que me convirtiese en un buen abogado. Siempre fue una mujer de hierro.
El sonido del correo electrónico me devuelve a la realidad. El retorno al pueblo me obliga a estar conectado de forma permanente. Teletrabajo lo llaman, el nuevo eufemismo de la esclavitud.
El bufete exige formular el caso desde otra perspectiva. Los hermanos han rechazado los pactos y vamos a juicio. Quieren incapacitar a su madre por demencia senil, pero nuestro cliente se niega. No acepta que sus hermanos la encierren en una residencia y dilapiden su herencia. Redacto la nueva estrategia mientras madre, desde la puerta, me pregunta otra vez quién soy y, con una sonrisa, la ayudo a recordarme.| Septiembre 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 2Malik
Arranco y salgo a toda velocidad. Conozco el recorrido de la comisaría al juzgado de memoria. Habrá atasco. Tomo un desvío y mantengo la concentración en el caso. Malik es pobre, pero inocente. Hubo mala praxis en la rueda de reconocimiento. Tengo pruebas.
Cuando la acusación establece los cargos, presento el documento gráfico al juez. Ante la evidencia, Malik queda en libertad.
Me llena de orgullo poder ayudar a personas como él. Su único delito es haber nacido en la zona geográfica equivocada.
Malik llora de alegría. Agradecido, me regala uno de los collares que él mismo hace. Lo acepto.
El fiscal se acerca y me felicita.
—Enhorabuena. Pocos son tan diligentes en su trabajo. Debería plantearse cambiar de bando.
—Gracias, pero prefiero mi ocupación. Aunque sea un simple abogado del turno de oficio, considero mi labor fundamental. Solo nosotros salvamos del sistema a quienes habitan en sus márgenes.| Julio 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 13Despido improcedente
Estoy agotada, llevo tres juicios esta semana. Si me adjudican otro litigio más, dimito. Necesito unas vacaciones y, por si fuera poco, mi departamento parece en plenas elecciones. Los candidatos al ascenso están inaguantables: Julián nunca ha sido tan afable conmigo y Pedro compra el desayuno todos los días. ¡Cuánta hipocresía! Ninguno aceptó el caso de María. Le aconsejaron pactar una indemnización antes que ir a juicio. Cobardes, prefirieron la opción fácil. Sin embargo, yo le insistí y aquí estoy, agotada y preparando la estrategia para mañana.
Ellos jamás lo comprenderían. No han sufrido el menosprecio de sus capacidades ni la condescendencia masculina. Por mujeres como María hay que seguir luchando, para que recupere su puesto y se valore su trabajo, aunque eso suponga enfrentarme a los socios del bufete y, quizá, quedarme sin opciones de promoción. Al menos, tendré una jefa competente cuando acabe su periodo de la lactancia.| Junio 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 6Vacaciones en familia
En mi larga trayectoria como abogada matrimonialista, jamás me había encontrado un caso tan enquistado. Mediar era una completa utopía. No alcanzamos un consenso ni sobre el reparto de los bienes ni sobre la custodia de los niños. Tras meses de confrontación, no nos quedó más alternativa que poner el asunto en manos de un juez.
El día de la resolución, su señoría repasó pausadamente todas las alegaciones antes de dictaminar sentencia. Cuando nos llamó al estrado, noté mi mano temblar; estaba tan nerviosa como en mi primer caso. Me había entregado a este proceso por completo y, además de mi prestigio, también me jugaba el piso en Madrid y el chalet en La Manga. Por los niños no me preocupaba, era su madre; solo faltaba dirimir si seguiría disfrutando con ellos las vacaciones en el Mar Menor o las pasarían con el indeseable de su padre.| Enero 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 1Un testimonio incómodo
La cola de embarque parece eterna. Después de tres años con el visado caducado, me obligan a regresar. Jamás pensé que me expulsarían, queda tanto por hacer en el campo de refugiados, pero un abogado occidental resulta molesto para las autoridades. Prefieren que no haya testigos de su genocidio encubierto: un formato simple y eficaz para reducir población extranjera, la hambruna.
El encendido de los motores constata lo inevitable. Saco de mi maletín la agenda que no volveré a repasar. Entre sus páginas, los casos pendientes: las peticiones de asilo de Yamir, Gnime, Yulema y tantos otros; las citas en las diferentes embajadas, los recursos en trámite contra cada solicitud denegada...
Mi vuelta resulta amarga, siento como si los abandonara, pero no pienso resignarme. Por poco interesante que les parezca, inundaré las redes con todo el material gráfico recopilado y conseguiré que Europa deje de mirar hacia otro lado.| Septiembre 2022
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 3Insomnio
La luna distante me acompañaba tras la ventana aquella noche insomne. Debía programar bien la defensa ante el juez, seleccionar el artículo preciso que evitase la extradición de Omar, el réquiem anticipado de un sueño sisífico.
El alba ilumina las últimas líneas de mi alegato, ideado para apelar a la humanidad del juez. Mis palabras intentan ser un reflejo manifiesto y conmovedor del intenso dolor padecido por Omar, de la angustia soportada durante el infinito trayecto desde África Central, de la incertidumbre ante un océano hostil y del profundo sufrimiento producido por aquella nefasta ola, que sepultó para siempre a su hermano en la inmensidad del mar.
A veces, la justicia también puede ser compasiva.| Agosto 2022
ParticipanteVacío legal
Suleima cruzó el umbral del despacho abrazada a su hijo Salim. Intentaba proteger al bebé del frío matutino con una gruesa manta. Tras nueve meses, el Estado español les expulsaba del centro de acogida para refugiados donde vivían. Leí la notificación legal, revisé el sobre y sonreí. El mismo defecto de forma de siempre. La traductora de la ONG le explicó la situación y el rostro de Suleima se iluminó de alegría. Redactamos la alegación y concertamos una cita para presentarla en el juzgado. Suleima se despidió con una agradable colección de agasajos en árabe, algo que no cesaba de oír desde que descubrí aquel vacío legal para la ONG que me contrató. No era la solución más ortodoxa pero, con la «involuntaria connivencia» de la parsimoniosa justicia española, garantizaba un par de años más de asilo para quienes quedaban desamparados. Tiempo suficiente para conseguir el permiso de residencia.
| Julio 2022
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 6Vidas truncadas
El día era lluvioso. Caminé entre charcos, el barro era mi menor preocupación. Me dirigí a mi improvisada oficina: un pequeño toldo sobre paredes de chapa que apenas me aislaban de las inclemencias del campamento.
Mis representados me esperaban a la entrada. Una larga cola de refugiados a los que ayudaba a inscribir y cursar su solicitud de asilo en España. Sus miradas, lejanas, acunaban recuerdos de vidas truncadas: la mina que amputó la pierna de Kikey; la violación de Alika por paramilitares nigerianos; Zareb, el niño soldado que huyó del Congo; Inaya...
Inaya llevaba a Jasira, su última hija, de la mano. La niña dejó una flor violeta sobre mi destartalada mesa, ese ápice color en aquel mundo gris me despertó una sonrisa, aunque se me hizo un nudo en el estómago cuando les entregué el pronunciamiento del juez y vi desvanecerse la esperanza en sus ojos.| Mayo 2022
Finalista
Votos recibidos por la Comunidad: 1El juego
Disfruto compartiendo mi legado con las jóvenes pasantes de mi bufete. Recién salidas de la carrera, pululan por la oficina como un animal asustado. A primera vista parecen tímidas, pero no me engañan: ávidas de triunfo, sueñan con grandes casos y están dispuestas a todo para conseguir el éxito. ¡Bien lo sé yo!
El juego suele comenzar con una dulce mezcla de miradas y sonrisas, una predisposición infinita y unas ganas de agradar que atraviesan la cristalera de mi despacho. Después, se hacen las encontradizas, hasta que escojo una para que me asista en un caso. Le exijo lo indecible, la exprimo hasta el ensañamiento y, cuando el juicio se acerca, la invito a cenar.
Durante la velada, su intento de seducción me divierte, hasta que la incauta comprende que su jefa solo la estaba poniendo a prueba, que los atajos solo desaprovechan oportunidades... y el juego vuelve a empezar.| Abril 2022
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 4La economía verde
Dejó los documentos sobre la mesa y se acercó a la ventana. La brisa marina se adentró en sus orificios nasales, evocándole recuerdos de la infancia. El embrujo se evaporó cuando el fétido tufillo del Mar Menor sustituyó la aromática corriente. Cerró la ventana y reanudó el estudio del caso. Los ecologistas demandaban a sus representados, la Confederación de Regantes, por atentado medioambiental. Empecinados en la conservación del ecosistema, buscaban promover el futuro del Campo de Cartagena basándose en un cambio de modelo: la economía verde.
Por paradójico que pareciera, sus clientes llevaban años tergiversando ese término hasta convertirlo en sinónimo de riqueza: la generada por las toneladas de hortalizas que producían anualmente.
Revisó la demanda y sonrió complacido: carecía de fundamento. Básicamente, los acusaban de abonar y regar los campos. Ningún juez estimaría algo tan grotesco, por mucho que justificasen su contribución al implacable deterioro de la laguna salada.| Septiembre 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 6El dilema
Como abogado de la empresa más potente de la industria automovilística me enfrentaba a un duro dilema. Mi asesoramiento era crucial para determinar la viabilidad de la obsoleta planta de España. De mi dictamen sobre el coste de las demandas por despido dependería la subsistencia de la fábrica. La corporación dudaba si invertir en la elaboración de un nuevo vehículo eléctrico, realizando un costoso proceso de adaptación, o cerrar la factoría y llevar la producción a países en desarrollo, donde reducirían costes y el cuidado del medio ambiente sería irrelevante.
Con la última reforma laboral española, la decisión estaba clara. Sin embargo, tendría sobre mi conciencia arruinar la vida de tres mil familias. Bueno..., encontrarían otros trabajos y mi prima sería suculenta.
Solo comprendí mi error una vez completados los despidos, cuando me sustituyeron por un bufete indio mucho más barato y especializado en la nueva localización de la entidad.| Mayo 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 8El plan
Aquel extenso terreno había sido catalogado como urbano. Si vendía las tierras de su familia, sería millonario. Allí solo estaba la ruinosa vivienda de su abuela, sin apenas valor material. Pese a ello, rechazó la opulenta oferta. Eran sus raíces, su infancia, y no quería perder el último lazo con su familia.
Salió al porche y miró a los campos donde la multinacional pretendía construir una urbanización de lujo y un campo de golf. ¡Golf, en aquel secarral! Una completa aberración ecológica.
Los demás cedieron a las presiones, pero él era resiliente, tenía un plan, pensó mirando las jaulas.
Contactó con su abogado. La documentación era correcta. La demanda estaba en curso. En cuanto el juzgado iniciase las instrucciones, las liberaría. Cuando los técnicos medioambientales detectasen aquella incipiente población de aves en peligro de extinción, ni la corrupción del ayuntamiento podría impedir que aquel paraje se convirtiese en zona protegida.| Marzo 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 9La sentencia
¡Inocente! Dictaminó el juez.
Sus puños se cerraron con júbilo. Sus clientes lo felicitaron. La empresa quedaba exonerada de toda culpa ante el terrible suceso. Se podía exigir a una empresa dedicada a la salud que custodiase el acceso a su principal centro de investigación sobre «Neobiología Experimental», pero no responsabilizarla de los daños sufridos por quienes burlaban su vigilancia. Vigilar no era proteger, como argumentó en su alegato final.
Al abandonar la sala, el padre de uno de los menores de edad afectados se abalanzó sobre él, todo ira y odio. Aunque fue desalojado, su escupitajo le alcanzó en el rostro.
De noche, estaba relatando a su esposa lo sucedido, cuando sintió un extraño cosquilleo en la nariz. Estornudó y el rostro de su mujer se cubrió de espanto. Se alejó aterrorizada, mientras unos finos tentáculos regresaban a las fosas nasales de su marido. Al parecer, sí era contagioso.| Octubre 2020
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 11